Aguafuerte, punta seca, aguatinta bruñida sobre papel,
huella: 21,9 x 14,8 cm, papel: 30,8 x 21,4 cm
Colección Fundación Juan March
Obra comentada por:
José Manuel Matilla
Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas, Museo Nacional del Prado, Madrid
Obra comentada por José Manuel Matilla
Pocos artistas han sido capaces, como Francisco de Goya (1746-1828), de romper los límites tradicionales impuestos por la cultura y la sociedad de su tiempo sin quedar relegados a una posición marginal. Compaginar una actividad oficial y al mismo tiempo dar rienda suelta a una creatividad personal, liberada de los condicionamientos impuestos por los encargos, constituye una de las grandes aportaciones de Goya. Como pintor de tres monarcas, permaneció toda su vida ligado a los círculos de poder, haciendo retratos individuales o de familia de los reyes, o los retratos de las personalidades más importantes de su tiempo, con los que traspasó los límites de lo convencional, tanto por su superior calidad como por la novedad de sus planteamientos estéticos y artísticos.
Obra comentada por José Manuel Matilla
Pocos artistas han sido capaces, como Francisco de Goya (1746-1828), de romper los límites tradicionales impuestos por la cultura y la sociedad de su tiempo sin quedar relegados a una posición marginal. Compaginar una actividad oficial y al mismo tiempo dar rienda suelta a una creatividad personal, liberada de los condicionamientos impuestos por los encargos, constituye una de las grandes aportaciones de Goya. Como pintor de tres monarcas, permaneció toda su vida ligado a los círculos de poder, haciendo retratos individuales o de familia de los reyes, o los retratos de las personalidades más importantes de su tiempo, con los que traspasó los límites de lo convencional, tanto por su superior calidad como por la novedad de sus planteamientos estéticos y artísticos.
Al tiempo que desarrollaba esta actividad, la necesidad vital de expresarse y dar a conocer su pensamiento y su arte lo llevó a practicar, como ningún otro artista español había hecho hasta entonces, el grabado al aguafuerte.
Es precisamente un detalle de unos de estos aguafuertes, perteneciente a su serie de los Caprichos, publicada en 1799, el retrato elegido en esta exposición. Goya lo tituló, con gran sentido del humor, Esto si que es leer! [Capricho 29]. En él, vemos el rostro satírico de un anciano, de pelo canoso, de boca desdentada, anchas narices y ojos casi completamente cerrados. Aunque caricaturesco, podemos considerarlo un retrato no tanto naturalista como ideal y, en mayor medida, moral. Si abrimos el plano y apreciamos el resto de la estampa, vemos que dos hombres lo están acicalando. Uno lo peina y otro lo calza junto un brasero, para que no pierda el calor. Y simultáneamente, para no perder el tiempo, el anciano hace que lee. ¡Hace!, enfatizamos, porque sus ojos apenas se pueden dirigir al libro que sostiene apoyado en sus muslos. En la época de Goya, varios comentarios interpretaron este retrato como una sátira moral de aquellos personajes importantes y vanidosos que se resistían a aceptar el paso del tiempo y trataban de aparentar una constante actividad aun cuando sus condiciones físicas o mentales no se lo permitieran.
Más de doscientos años después, la trascendencia de Goya todavía nos permite reconocer, en este retrato moral, a muchos de nuestros contemporáneos.
Una historia del rostro en quince representaciones
Dame à la capuche o Dame de Brassempouy
26 000-24 000 a. C.
Buste de femme au chapeau (Dora)
1939
La Santa Faz
1577-80
Cabeza de la
musa Euterpe
c. 120-140 d. C.
Prosopagnosia
2019
Esto si que es leer!
1797-99
Retrato de Irene
c. 40-50 d. C.
Lucrecia Tornabuoni
c. 1475
Queen Elizabeth I
c. 1600
Máscara de danza ekuk
primer cuarto del siglo xx
Untitled (Glass on Body Imprints-face)
1972
El actor de kabuki Sawamura Tanosuke
1869
Iago, Study from an Italian
1867
La Muse endormie
1910
Woman
1949-50