Témpera y óleo sobre tabla, 53,3 x 39,9 cm
Samuel H. Kress Collection. National Gallery of Art, Washington
Obra comentada por:
Miguel Falomir
Director del Museo Nacional del Prado, Madrid
Obra comentada por Miguel Falomir
Se ha dicho que el primer retrato moderno fue el que Simone Martini pintó de Laura, la amada de Petrarca, a inicios del Trescientos, aunque no falta quien piense que se trataba de una mera ficción poética y, de hecho, hay que avanzar un siglo para encontrar en Flandes e Italia los primeros retratos conservados. En pocas ciudades como en Florencia arraigó más esta práctica inspirada en fuentes y modelos clásicos, particularmente entre algunas familias patricias, como los Medici y los Tornabuoni. La protagonista de nuestro retrato, Lucrecia Tornabuoni, fue precisamente el enlace entre ambas, al casarse en 1467 con Piero de Medici. De Lucrecia se conocen varios retratos en distintos soportes; al menos dos pintados por Domenico Ghirlandaio y otro en busto de Mino da Fiesole.
Obra comentada por Miguel Falomir
Se ha dicho que el primer retrato moderno fue el que Simone Martini pintó de Laura, la amada de Petrarca, a inicios del Trescientos, aunque no falta quien piense que se trataba de una mera ficción poética y, de hecho, hay que avanzar un siglo para encontrar en Flandes e Italia los primeros retratos conservados. En pocas ciudades como en Florencia arraigó más esta práctica inspirada en fuentes y modelos clásicos, particularmente entre algunas familias patricias, como los Medici y los Tornabuoni. La protagonista de nuestro retrato, Lucrecia Tornabuoni, fue precisamente el enlace entre ambas, al casarse en 1467 con Piero de Medici. De Lucrecia se conocen varios retratos en distintos soportes; al menos dos pintados por Domenico Ghirlandaio y otro en busto de Mino da Fiesole.
Lucrecia, mujer culta y piadosa, poeta y madre de Lorenzo el Magnífico, fue también la primera de una serie de mujeres Tornabuoni, como Lodovica o Giovanna, cuyos retratos, pintados, esculpidos o fundidos en medallas, han asegurado al apellido un lugar de honor en el arte del Renacimiento. Para los florentinos del Quattrocento la razón de ser del retrato era evocar a la persona ausente y fijar los rasgos del individuo para la posteridad, y en pocos espacios tales nociones se plasmaron de forma tan feliz como en la célebre capilla Tornabuoni en Santa Maria Novella, cuya decoración encargó en 1484 Giovanni, hermano de Lucrecia, a Domenico Ghirlandaio (1449-1494). Domenico incluyó en los frescos, dedicados a la vida de la Virgen, retratos de miembros de la familia Tornabuoni. También el de Lucrecia, fallecida dos años antes, dejando así testimonio de la capacidad de la pintura para vencer a la muerte: Natura potentior ars, el Arte es más poderoso que la Naturaleza.
Una historia del rostro en quince representaciones
Dame à la capuche o Dame de Brassempouy
26 000-24 000 a. C.
Buste de femme au chapeau (Dora)
1939
La Santa Faz
1577-80
Cabeza de la
musa Euterpe
c. 120-140 d. C.
Prosopagnosia
2019
Esto si que es leer!
1797-99
Retrato de Irene
c. 40-50 d. C.
Lucrecia Tornabuoni
c. 1475
Queen Elizabeth I
c. 1600
Máscara de danza ekuk
primer cuarto del siglo xx
Untitled (Glass on Body Imprints-face)
1972
El actor de kabuki Sawamura Tanosuke
1869
Iago, Study from an Italian
1867
La Muse endormie
1910
Woman
1949-50