Transcripción - Alfonso Albacete

Precisamente, esta exposición trata del enfrentamiento que tuvieron una serie de artistas fundamentalmente neoyorquinos que, frente a las exposiciones que organizaba el Metropolitan, pensaban que debían meterse más en el campo del arte contemporáneo, del que se estaba haciendo entonces en Nueva York como pintura contemporánea.

Quizás de Kooning sea el mejor representante de la tradición europea en Estados Unidos, en la forma de trabajar y en los referentes. De Kooning era una persona con una formación pictórica excelente. Fue, probablemente, uno de los autores que llevó la tradición europea a Estados Unidos, que allí la liberó de una serie de academicismos y de prejuicios, para poderla desarrollar en grande y de una forma mucho más libre, llevarla a unos extremos más fuertes.

Estoy aquí viendo un cuadro de Willem de Kooning [que] se llama Zot. La visión es casi abstracta, pero hay algo de multitudes, de cabezas, de trozos de cosas, que no es muy difícil identificarlo, por ejemplo, con las bañistas de Cézanne donde ya, poco a poco, van desapareciendo las figuras. No es una figura que sea alguien, es una figura en un sentido general, es algo emblemático. Esa forma de medir el espacio del cuadro en algunos casos... De Kooning en algunos casos habla incluso de la dimensión de los brazos, para que el brochazo, el movimiento de las espátulas o de los instrumentos no se le salga del tamaño y controle con su persona. Utiliza el fresco sobre fresco, que lo encuentra en un colega suyo, en Van Gogh, o en los impresionistas, intentando pintar rápido para reflejar un instante de la naturaleza que refleje un instante emocional, mental de los artistas.

La utilización del color con cuatro puntos… Es curioso, porque aparecen esas formas con un poquito de color sobre la inmensidad del lienzo sin pintar. La carga de pintura era tan grande que, a veces, utilizaba una especie de mayonesa, donde no solamente echaba aceite de linaza, sino que echaba huevos también, y hacía unas grandes cargas de pintura, con mucho cuerpo que le permitía meter enormes rasgos. Además, se ve que esos cuadros, con el tiempo, el aceite se va oxidando y van creando como arrugas, porque están vivos, es materia orgánica.

Y, sin embargo, prescinde de todo eso y se reduce –cuando ya empieza a tener incluso problemas de cabeza–, a las pequeñas notas de color que las pone en grande, como si fuera la conclusión que ha llegado al final de su vida.