La composición para la escena después de la Segunda Guerra Mundial estuvo marcado por la experimentación y la apertura a campos hasta entonces inéditos como el happening o la performance. Esta vanguardia operística se manifestó en España tímidamente debido a la fragilidad de las estructuras culturales durante la dictadura. La relativa apertura de los años sesenta estimuló la aparición de grupos como Zaj o Musica Oberta, que promueven un teatro experimental de vanguardia, toda vez que la posterior reconstrucción de las instituciones culturales permitirá que obras de compositores como Leonardo Balada, Luis de Pablo, Jorge Fernández Guerra, Tomás Marco o José María Sánchez-Verdú se integren en las temporadas de los principales teatros.