Durante el siglo XIX, la ópera en español fue el principal reto creativo que afrontaban los compositores españoles de teatro lírico. Un dato resulta abrumadoramente revelador: de las 131 óperas estrenadas en el Teatro Real en esa centuria, tan solo 16 fueron de autores españoles y, una buena parte de ellas, además, tienen libretos en italiano (como ilustra la producción de Carnicer, Saldoni o Eslava). Conforme el siglo avanzaba, aumentaron los intentos por alcanzar lo que desde entonces supone la asignatura pendiente en la historia de la música en España: crear una ópera española genuina con rasgos propios pero equiparable a los grandes modelos dramatúrgicos procedentes de Francia, Italia y Alemania.