A comienzos del siglo XX ya resultó evidente que el ensueño de una "ópera nacional" había fracasado, pero se exploraron entonces otras vías para desarrollar un teatro musical en español. El cierre del Teatro Real en 1925 favoreció la aparición de programaciones alternativas en otros coliseos. Y al mismo tiempo las vanguardias encontraron un terreno fértil para la experimentación en géneros como la pantomima o la ópera de cámara. Libretistas como Tomás Borrás, el matrimonio Lejárraga-Martínez Sierra o Ramón Gómez de la Serna crearán, junto a músicos como Conrado del Campo, Joaquín Turina o Salvador Bacarisse, innovadores formatos dramático-musicales.