En la actualidad existen numerosos repositorios que ofrecen distintas formas de acceder a las representaciones, simbólicas o documentales, de un contenido digital. Algunos están centrados en el audio y en las grabaciones sonoras (como es el caso de Spotify o Soundcloud). Otros ofrecen metadatos que proporcionan información sobre los documentos musicales, como los repositorios MusicBrainz o Discogs. Y, por último, existen miles de bibliotecas y archivos que ponen a disposición de sus usuarios (intérpretes, musicólogos, etc.) grandes cantidades de música escaneada en formatos de imagen. Sin embargo, ninguno de estos repositorios nombrados anteriormente muestra la información principal necesaria para, por ejemplo, analizar el conjunto de partituras de una forma musical o para el análisis y la interpretación musicológica de un estilo musical determinado (formado por miles de obras).
En el caso de las partituras escaneadas, la información musical está representada mediante pixeles y, por tanto, no permite tampoco tratamiento computacional alguno para buscar o analizar dentro de su contenido musical. Con respecto a este contenido, la información sustancial del documento está vedado, también, a los usuarios de la biblioteca que no posean los conocimientos musicales suficientes, pero que quieran, sin embargo, escuchar una pieza musical determinada.
Por otra parte, en el contexto de las bibliotecas tradicionales, la búsqueda de la información se realiza mediante la consulta en los catálogos automatizados. Una búsqueda habitual se formula mediante un título, un autor o una materia. Esta búsqueda, la que realizamos cuando queremos conocer los documentos de una biblioteca, se realiza mediante los datos previamente catalogados según unas normas establecidas internacionalmente. Pero ¿podría un músico buscar una partitura tecleando una melodía o, incluso, silbándola?, ¿sería posible, por otra parte, escuchar una partitura digitalizada en el tempo que quisiéramos?