La zarzuela en la América hispana

Ensayos de teatro musical español

María de los Ángeles Chapa Bezanilla

Jacinto Benavente, dramaturgo y también libretista de zarzuela, reconocido por su agudeza, opinaba en alguna de sus obras que el arte era como el sol, pues no había uno para los ricos y otro para los pobres, y que tampoco debía hablarse de arte barato o arte caro, ni de arte grande o arte chico, ya que el arte era o no era. Nada más cierto cuando hablamos de música, trátese de expresiones clásicas, cultas o populares como la zarzuela, una de las manifestaciones más firmemente ligadas al desarrollo del teatro lírico hispanoamericano.

En América, el término zarzuela ya era conocido en 1768. En efecto, a partir de ese año y hasta 1799, el nivel de las representaciones decayó de manera notoria, por lo que tanto los compositores como los intérpretes de diferentes territorios hispanoamericanos se vieron obligados a dedicar sus esfuerzos a la elaboración de comedias con música, para presentarlas con el único objetivo de lograr el sustento mediante actividades favorecidas tanto por el público como por los empresarios.

El Teatro Tacón de La Habana en una litografía del siglo XIX
El Teatro Tacón de La Habana en una litografía del siglo XIX. Inaugurado en 1838, fue el más grande de América y el tercero mejor dotado tras la Scala de Milán y la Ópera de Viena. En su solar se levantó,tt en 1914, el Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso"

Sobre esta base, la zarzuela se relacionaba con una mezcla poco clara de obras y géneros, entre ellos los sainetes, las tonadillas escénicas y las seguidillas. Los tres siglos de unión con la cultura española y un lenguaje común, fueron los elementos primordiales que permitieron conjugar y mantener este repertorio teatral compartido, como bien dice José Luis Temes: "La calurosa acogida de la zarzuela en América se debió a que la población de los países americanos siguió manteniendo, tras conseguir su independencia política y económica, un fuerte vínculo cultural con España".

La zarzuela fue conocida en América antes del siglo XIX. Conviene precisar, sin embargo, que algunos estudiosos consideran estas obras precedentes no como propiamente zarzuelas sino como ejemplos de otros exponentes líricos. Es importante recalcar que, durante el siglo XVIII y los primeros años del XIX, la variedad y la mezcla en los espectáculos teatrales de tonadillas, sainetes y seguidillas fue conformando el gusto del público hasta generar el caldo de cultivo propicio al auge de la zarzuela.

Esta situación tal vez no habría sido posible en América, si el género no se hubiera consolidado, musical y teatralmente, antes en España. Sin duda, ello facilitó su inmediata incorporación y asimilación por parte del público americano. Sin importar las distancias, los aficionados estaban al día de los compositores y de las obras que gozaban del éxito y el reconocimiento en la península. De los varios factores que influyeron para el arraigo de la zarzuela en América, el más importante y decisivo fue la migración española, cada vez más frecuente en el siglo XIX. Los españoles que se trasladaron a Hispanoamérica fueron dejando, así, su impronta en el gusto musical propio y en el de sus descendientes.

De este modo, las compañías de zarzuela que viajaban al continente eran conscientes de que una parte importante del público estaba conformada por coterráneos, principalmente en los países que ofrecieron una mayor estabilidad para empezar una nueva vida: Cuba, México, Venezuela y Argentina. Después, a través de estos se establecieron otras rutas que permitirían a dichas compañías presentarse en otras naciones, como Colombia, Perú, Chile y Uruguay.

Paralelo al éxito que cobró el género y que repercutió en el aumento de representaciones, obras y compañías, a lo largo del siglo se fue gestando entre los creadores americanos la necesidad de componer zarzuelas con motivos locales, de suerte que ambas producciones –españolas y americanas– empezaron a convivir de forma armónica. Aunque cada país aportó características regionales específicas en cuanto a ritmos, instrumentos musicales y personajes, por citar algunos, hubo también elementos generalizados entre ellos, por ejemplo, las plazas urbanas convertidas en escenarios idóneos para estas puestas en escena.

La Zarzuela en Cuba y México

Ernesto Lecuona en 1922
Ernesto Lecuona en 1922

El teatro lírico en Cuba fue una de las manifestaciones culturales más apreciadas desde finales del siglo XVIII. La primera zarzuela "cubana" propiamente dicha data de 1853, año en que se representó, en el Teatro Tacón de La Habana, Todos locos o ninguno, obra del compositor José Freixa. Gracias al importante desarrollo de la prensa en la América hispana, es posible conocer el auge o el fracaso de las piezas que se representaron en los diferentes teatros de entonces. En El papel periódico se destacaba, por ejemplo, la importancia de El alcalde de Mairena, calificada como una gran zarzuela.

En la medida en que los personajes de las tonadillas, los sainetes y las zarzuelas españolas fueron sustituidos por tipos criollos, puede hablarse de zarzuela cubana. Es un caso similar al de la seguidilla, que dio paso a formas indígenas como la tonada guajira o la guaracha. De esta manera, en el naciente repertorio cubano estuvo presente el talento de los nativos de la isla. En suma, la profesionalización del género y de la música destinada al teatro popular, se consolidó sin duda desde fines del siglo XIX hasta 1920, aproximadamente.

Con posterioridad, las obras que marcaron el inicio de una nueva etapa de progreso del teatro lírico cubano entre 1927 y 1940, enriquecido con temas históricos y folklóricos fueron los siguientes: El cafetal, letra de Gustavo Sánchez y música de Ernesto Lecuona, María la O y Rosa la China, de los autores mencionados, y Cecilia Valdés, con letra de Agustín Rodríguez y música de Gonzalo Roig. Con la demanda del cine y la radio a partir de los años cuarenta, la zarzuela cubana entró en una fase de decadencia paulatina hasta desaparecer de los escenarios nacionales.

Desde fines del siglo XVIII la zarzuela arraigó con fuerza en México. Las representaciones de entonces incorporaban una variada gama de formas musicales, como tonadillas, sainetes, seguidillas y también zarzuelas, que fueron haciéndose favoritas para el gusto del público mexicano.

Amado Nervo
Amado Nervo

La actividad zarzuelística fue grande en la mayoría de los teatros de la capital, especialmente en el Arbeu, donde se representaron Consuelo, con letra del poeta Amado Nervo y música de Antonio Cullás, y Una fiesta en Santa Anita, con letra de Juan de Dios Peza y música de Luis Arcaraz.

En los primeros años del siglo XX la zarzuela fue incorporando motivos locales y, sobe todo, cuadros costumbristas de exaltación patriótica. Se sabe que en las representaciones el público de las galerías aplaudía con entusiasmo, al mismo tiempo que gritaba ¡vivas! a México. Entre los autores mexicanos que triunfaron en los primeros meses de 1900 pueden citarse a Rafael Medina y Carlos Curti, con su zarzuela intitulada El novio de Tacha, y Chin-Chun-Chan, con letra de José F. Elizondo y música de Luis G. Jordá, primera producción teatral mexicana que superaría las cien representaciones.

Tanto el movimiento revolucionario de 1910 como el teatro de revista y los espectáculos plagados de elementos musicales y personajes mexicanos en las carpas, impactaron en la producción de zarzuelas nacionales. Con motivos revolucionarios, en la década de 1910, se escenificaron las zarzuelas La sargenta, con música de Rafael Gascón y letra de Aurelio González, y El país de la metralla, con música de Gascón y letra de Elizondo. Hacia 1950 la decadencia del género en América repercutió también en los teatros mexicanos.

De Guatemala a Perú

En Centroamérica el género tuvo cierto relieve en Guatemala y Costa Rica. En el primer país la producción de zarzuelas y música de salón estuvo íntimamente ligada a las enseñanzas morales de los centros educativos, de acuerdo con la disposición dada por el presidente Manuel Estrada Cabrera. En razón de ello no es de extrañar que se popularizaran las zarzuelas que contenían este tipo de enseñanzas, muy recurrentes en los festejos escolares. De los compositores nativos dedicados a tal actividad, los más reconocidos son Manuel E. Moraga, Salvador Iriarte, Lorenzo Morales y José Planas, autor, en 1902, de una zarzuela para niños, La murmuración.

Pedro Elías Gutiérrez
Pedro Elías Gutiérrez

En Costa Rica la actividad zarzuelística se remonta a fines del siglo XIX, con títulos como Los dos huérfanos, de Manuel García y El marqués de Talamanca, de Eduardo Cuevas. Entre los compositores costarricenses que mantuvieron en boga el género durante el siglo XX, sobresalen Julio Mata, con su obra en tres actos Toyupán (1938), y Enrique Núñez, con Ensueños de Nochebuena, cuya letra se debe a la destacada escritora Carmen Lyra.

Es José María Osorio, en su obra manuscrita Noches filarmónicas (1840), quien ofrece las primeras noticias sobre formas musicales como la zarzuela, la opereta, la ópera cómica o el pasillo en Venezuela. Este catedrático, compositor y periodista es también el autor de otras obras célebres en el ámbito local, varias de las cuales se incluyen en sus Cuadernos de las zarzuelas de las niñas.

A principios del siglo XX, el desarrollo local de la zarzuela estuvo en manos del compositor Pedro Elías Gutiérrez, autor de Un gallero como pocos, así como de Un inglés de la Guayana. De 1911 hasta los años cuarenta, este creador fue uno de los difusores más importantes de la zarzuela nacional.

Por lo que se refiere a Colombia, la zarzuela no llegaría hasta 1835. Entre las piezas compuestas en este país destaca Engaño sobre engaño, libreto de Bruno Maldonado y música de Daniel Figueroa. Otras zarzuelas importantes fueron las debidas a José María Ponce de León (1845-1882), en especial El castillo misterioso, enriquecida con bambucos y contradanzas. Títulos posteriores, donde también se manifiesta la idiosincrasia colombiana, fueron El alma de un hilo y Un embozado de Córdoba.

En Perú la zarzuela se conoció en 1790 y duró en el gusto del público hasta 1811 cuando, iniciado el proceso de independencia, la sociedad se inclinó por los ritmos regionales y temas folklóricos con los que los compositores estructuraron sus zarzuelas. Destacan en el siglo XIX Atahualpa y Pobre indio del compositor Carlos Enrique Pasta. En el siglo XX la exaltación patria caracterizó a la zarzuela peruana, en 1913 el músico Daniel Alomía Robles compuso El cóndor pasa con melodías indígenas, zarzuela representada en tres mil ocasiones.

La zarzuela a ritmo de tango: Argentina

Argentina fue país clave, como punto de inicio de las giras emprendidas por las compañías extranjeras en todo el continente. Esta es la razón por la cual, desde fechas tempranas, la zarzuela alcanzó una amplia resonancia. Si bien las loas, tonadillas y zarzuelas españolas se conocían desde principios del siglo XIX, es en los años posteriores cuando libretistas y compositores confieren al género un carácter propio, con el sainete porteño o sainete criollo, donde confluyeron tipos, costumbres, lenguaje coloquial y giros autóctonos.

Entre los compositores principales destaca Miguel Rojas, autor de Los dos padres (1867) y El pasaporte (1869), ambas con letra de Guillermo Blest Gana. Las dos obras más representativas del sainete criollo corresponden al compositor Andrés Abad Antón: De paso por aquí y A la pesca de noticias. La última década del XIX resultó propicia para la formación de un teatro nacional, con personajes y temas sustancialmente argentinos.

Como género específico, la zarzuela no tendría éxito popular sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, pues el predominio del tango, como canción y baile y la milonga como canción, convertidas en fragmentos esenciales de la estructura del sainete criollo o zarzuela argentina, estuvieron por encima del espectáculo español. Al paso de los años el sainete criollo, en manos de compositores como Francisco Payá y Antonio Reynoso, adquirió más relevancia que las otras manifestaciones hasta imponerse en forma permanente. De ellos destaca Los inquilinos con letra de Nemesio Trejo, de Reynoso Justicia criolla y texto de Ezequiel Soria.

Conclusión

Hacia principios del siglo XX encontramos ya en los países americanos una zarzuela particular con vida propia. Sin embargo, la presencia cada vez mayor de la radio, el cinematógrafo y la televisión fue arrinconando géneros tan populares como la revista y la zarzuela, entre otros.

En la actualidad, esporádicamente se representa alguna zarzuela española, cuyas letras conocen muchos espectadores, pero las obras de autores americanos han quedado completamente en el olvido. Por lo demás, queda todavía mucho por investigar, pues es mucho también el material que permanece inédito en archivos y bibliotecas. De ahí la necesidad de investigadores capaces de indagar en estos fondos, con el propósito de emprender trabajos musicológicos, literarios y dramatúrgicos que permitan conocer mejor lo que fue el auge y el ocaso de la zarzuela en la América hispana.

Bibliografía

  • CARMONA, Gloria: La música en México, 1. Historia, 3. Periodo de la Independencia a la Revolución, UNAM, 1984.
  • CASARES RODICIO, Emilio, ed: Diccionario de la zarzuela. España e Hispanoamérica, Madrid, España, Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2006.
  • OLAVARRÍA Y FERRARI, Enrique de: Reseña histórica del teatro en México (1538-1911), México, Porrúa Hermanos, 1961.
  • TEMES, José Luis: El siglo de la zarzuela, 1850-1950, Madrid, Siruela, 2014.

María de los Ángeles Chapa Bezanilla Universidad Nacional Autónoma de México

Todos los ensayos

  1. Un paseo por la historia del teatro musical en España

    Teatro de la Zarzuela en blanco y negro

    Una visión panorámica de la genealogía y evolución de los diversos géneros de teatro musical en España.

    Javier Huerta Calvo
  2. En los orígenes del teatro musical

    Fragmento de la ilustración Quem-quaeritis-Tropus

    En la Edad Media, vinculados a la liturgia, aparecieron los primeros ejemplos de teatro musical.

    Alicia Lázaro
  3. La edad de oro del género chico

    Fragmento La Gran Vía

    Las últimas décadas del siglo XIX vieron florecer el género chico, del que son emblemas La Gran Vía o La verbena de la Paloma.

    Fernando Doménech Rico
  4. La ópera española de vanguardia

    Selene

    Desde los años sesenta, la vanguardia musical comienza a experimentar con el teatro musical.

    Jorge Fernández Guerra
  5. Una saga de grandes libretistas: los Fernández-Shaw

    Guillermo y Carlos Fernandez Shaw

    La Revoltosa, Luisa Fernanda o La vida breve deben sus libretos a Carlos Fernández Shaw y a sus hijos, Guillermo y Rafael.

    José Prieto Marugán
  6. El entremés cantado o baile dramático

    Jocoseria

    El entremés cantado es un género del Siglo de Oro con personajes populares que alterna partes cantadas y recitadas.

    Abraham Madroñal
  7. El melólogo y otras formas dieciochescas

    Partichela original del primer violín del melólogo paródico

    El melodrama o melólogo, que aunaba música y declamación, triunfó a finales del XVIII gracias a autores como Tomás de Iriarte.

    Virginia Gutiérrez Marañón
  8. El público del teatro musical: del Liceo a la Zarzuela

    Ilustración del Teatro Apolo

    El éxito del género chico se debe a un cambio en los hábitos de consumo del público madrileño.

    Pilar Espín Templado
  9. Orígenes de la zarzuela

    Los celos. Mercurio y Argos

    La segunda mitad del siglo XVII vio nacer la zarzuela, que tenía entonces argumentos mitológicos.

    Álvaro Torrente
  10. La tonadilla escénica

    La Tirana

    La tonadilla escénica triunfará en la segunda mitad del siglo XVIII, se hibridará con la ópera italiana y recibirá críticas ilustradas.

    Alberto Romero Ferrer
  11. El teatro musical como espectáculo

    Primero y Segundo

    El frágil equilibrio entre escenografía, música y texto ha originado distintas visiones a lo largo de la historia.

    Ignacio García
  12. Los bufos en España

    Los sobrinos del capitán Grant

    El actor Francisco Arderíus y sus Bufos Madrileños promovieron el repertorio de Offenbach, que revolucionó el teatro musical.

    Serge Salaün
  13. Barbieri o la lucha por una lírica nacional

    Retrato de Barbieri

    Compositor, director, musicólogo y empresario, Barbieri es sin duda la figura más importante del teatro musical en la España del XIX.

    Emilio Casares Rodicio
  14. La ópera flamenca

    Cansinos Assens

    La ópera flamenca vivió su apogeo entre 1924 y 1934, además de abriendo el género a un amplio público.

    Francisco Gutiérrez Carbajo
  15. El teatro frívolo: las variedades y la revista

    Teatro frívolo

    Tramas desenfadadas, músicas ligeras, escenografías atractivas y guiños eróticos hicieron triunfar estos géneros.

    Eduardo Huertas
  16. Hacia una ópera española: de Pedrell a Albéniz

    La creación de una "ópera nacional" centró los esfuerzos de Bretón o Pedrell, pero también de Albéniz o Granados.

    Víctor Sánchez
  17. Entre tradición y vanguardia: El retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla

    Representación de El retablo de Maese Pedro en el Teatre Liceu de Barcelona

    Obra para teatro de títeres basada en un episodio de la segunda parte de El Quijote, e instrumentada para orquesta de cámara y cantantes

    Carol Hess
  18. Ramón de la Cruz y la zarzuela en el siglo XVIII

    Gregorio Ferro (dibujo) y Manuel Salvador Carmona (grabado), "Música y Poesía", grabado para La música de Tomás de Iriarte, 1779

    Creador de la zarzuela moderna, fue uno de los autores más exitosos de la segunda mitad del siglo

    Joaquín Álvarez Barrientos
  19. El musical del siglo XXI

    "El rey león" (2011). Teatro Lope de Vega, Madrid

    De ser un género "menor", ha pasado a ser una reconocida manifestación artística y comercial

    Alejandro Postigo
  20. Farinelli en España

    La gestión de Farinelli puso el teatro musical en España a un nivel hasta entonces desconocido

    José María Domínguez
  21. La zarzuela en la América Hispana

    La calurosa acogida de la zarzuela en América se debió al fuerte vínculo cultural con España.

    Mª de los Ángeles Chapa Bezanilla
  22. El teatro musical después de Calderón

    El teatro musical mantuvo la grandeza y boato del género tras la muerte de Calderón.

    Julio Vélez Sainz
  23. El empeño de lo breve: Teatro Musical de Cámara

    El teatro breve fue el único capaz de adaptarse a las distintas modas y circunstancias que atravesaron el siglo XX.

    Elena Torres Clemente
  24. Paradojas de la gestión de la ópera

    La singularidad de la ópera consiste en su complejidad formal y, por lo tanto, en su inmensa complejidad potencial de sentido.

    Joan Matabosh
  25. La memoria del teatro musical en España

    Una mirada holística al panorama músico-teatral abarcando en nuestro barrido desde el barroco a nuestros días.

    Ignacio Jassa Haro