El melólogo y otras formas dieciochescas

Ensayos de teatro musical español

Virginia Gutiérrez Marañón

El teatro y la música vienen conviviendo desde la Antigüedad. Gracias a su conexión con el mundo del sentimiento, de lo onírico y lo sensual, la música es capaz de transmitir aquello que con las palabras sería difícil de expresar. Así, a lo largo de la historia, han aparecido múltiples usos de la música en las manifestaciones teatrales, desde la supeditación de la palabra a la música, como ocurre con la ópera o la zarzuela, hasta justo lo contrario, tal y como se puede observar en la música incidental del teatro declamado.

El siglo XVIII fue un periodo especialmente dinámico en esa búsqueda del equilibrio entre la palabra y la música, con una riquísima variedad de formas teatrales, algunas provenientes del pasado y otras totalmente novedosas, donde la música tiene un papel importante, incluso a veces esencial en la puesta en escena, pues sirve para ilustrar el texto recitado por los actores y caracterizar situaciones y personajes. Ambienta la historia creando un espacio sonoro que puede suplir, en algunas ocasiones, a la propia escenografía. Además, da continuidad al discurso, permitiendo que la representación no se detenga cuando hay música y manteniendo, por tanto, el ritmo de la obra.

La presencia musical se evidencia tanto en el texto como en las acotaciones de los libretos. Por ello, sabemos que la música ha estado y está presente en infinidad de géneros teatrales. En el siglo XVIII se conservan formas del Siglo de Oro: la introducción o loa, el entremés, el fin de fiesta, la mojiganga, la jácara, el baile y la folla. Pero también se incorporan otras como el intermezzo, la pantomima musical, la scena muda y, por supuesto, la tonadilla escénica y el melólogo, además del sainete, que pasa a ocupar el lugar del entremés. Además, están la zarzuela, la ópera y la opereta. En todos hay una constante participación musical, ya sea mediante la danza, el canto o la música instrumental. Jotas, seguidillas y coplas eran algunas de las modalidades más utilizadas. El hecho de que en el último tercio del siglo hubiese una plantilla orquestal en los teatros madrileños, así como compositores en las compañías teatrales, nos indica la relevancia de la música en escena.

La música se utilizaba de formas diversas: había música incidental, es decir, música de ambientación, principalmente en las comedias, y también se daba como simple acompañamiento de bailarines y actrices cantantes, en bailes, jácaras, fines de fiesta, follas y tonadillas. En las pantomimas y las scene mudas se convertía en el espacio sonoro, indicando al actor las pautas del movimiento. Otras veces, como en el melólogo, formaba parte de la estructura y la trama. A menudo simplemente facilitaba al público la entrada y salida al espacio fantástico de la narración, mediante una obertura al inicio y un posludio al final de la representación.

El melólogo

Se trata de un género teatral en el que existe un equilibrio tal entre la palabra hablada y la música, que la obra sin alguna de las dos pierde su sentido. Sinónimo de melodrama, "diálogo en música", etimológicamente procede del griego melos (música) y logos (discurso). En el melólogo la palabra en verso se combina con la música orquestal, además de con la mímica. En su representación se da un constante diálogo entre la orquesta y el actor situado en el escenario. La música expresa los sentimientos y estados de ánimo que ha de transmitir el personaje, así como el desarrollo de la propia trama. Adopta generalmente la forma de monólogo en un solo acto, aunque también pueden aparecer varios personajes y tener hasta tres actos.

Partichela original del primer violín del melólogo paródico El poeta escribiendo un melólogo
Partichela original del primer violín del melólogo paródico El poeta escribiendo un melólogo (anónimo, 1793). Biblioteca Histórica de Madrid, signatura BHMMUS-29-16p.

A diferencia de otras formas musicales, en el melólogo el texto no se canta sino que se declama, y en ello se basa su singularidad. Durante la declamación el personaje del melólogo realiza pausas que dan paso a interludios musicales en los cuales el actor se expresa mediante la mímica, poniendo en juego todas sus capacidades expresivas y actorales para llegar a conmover al público, en estrecha relación con los fragmentos musicales que acompañan. El momento en que deben sonar estos interludios, así como su carácter, duración, tempo y demás aspectos musicales vienen especificados en las acotaciones del libreto, lo que hace suponer que existía cierta coordinación entre el dramaturgo y el compositor en el proceso creativo.

Sin embargo, no encontraremos el término melólogo encabezando estas obras, sino otros: soliloquio, unipersonal, drama con música, melodrama, escena lírica, escena trágica, monólogo, diálogo, etc. Según José Subirá, su introducción se debe a Rafael Mitjana, que lo utilizó al referirse al primer melólogo escrito por Jean-Jacques Rousseau: Pygmalion, "scène lyrique" estrenada en Lyon en 1770. Esta obra supuso un nuevo modo de utilizar la música en escena, alternándola con el texto y aderezando los momentos musicales con acciones mímicas del actor.

En nuestro país se prefirió la modalidad francesa del melólogo, pronto exportada a Italia y a la América hispana. El género abrió una nueva época en la escena europea, con repercusiones tanto en el aspecto dramatúrgico como actoral. Primeras actores y actrices gustaron de interpretar melólogos porque suponían una verdadera oportunidad para mostrar su talento escénico.

El melólogo en España

El melólogo aparece en España en la última década del siglo XVIII gracias a reconocidos dramaturgos de entonces como Francisco Luciano Comella, Gaspar Zavala y Zamora, Vicente Rodríguez de Arellano, Fermín del Rey, Rosa María Gálvez y José Concha, entre otros. El gaditano Juan Ignacio González del Castillo escribió el que se tiene como antecedente del género, Hannibal (1788). Sin embargo, es Guzmán el Bueno (1790), del fabulista Tomás de Iriarte, el primer melólogo considerado como tal. En años posteriores se estrena una multitud de melólogos, cuyo éxito nos muestra la cartelera de la época por el número de representaciones y la recaudación. Uno de los más celebrados fue Doña Inés de Castro (1793), escena trágico lírica, de Comella, con música de Blas de Laserna.

La temática del monólogo era extraordinariamente variada: neoclásica, mitológica, hispánica, americana, exótica, sentimental, patriótica o de terror. Hay contabilizados cerca de cien melólogos entre 1790 y 1808. La mayoría de sus libretos manuscritos e impresos se encuentran en la Biblioteca Histórica de Madrid y la Biblioteca Nacional de España. Desgraciadamente, no se conservan las partituras de todos ellos, pero las existentes muestran la calidad de la música compuesta para este género.

Junto a sus cultivadores, surgieron también sus detractores, que utilizaron la parodia para ridiculizarlo. Así, por ejemplo, Samaniego escribió la Parodia de Guzmán el Bueno, mordaz burla de la obra original escrita por su rival Iriarte. En esa línea se estrenaron después El cochero Domingo (1791), de González del Castillo, El poeta escribiendo un monólogo (1793), de autor anónimo y música de Blas de Laserna, o Perico el de los Palotes (1793) y Juan de la Enreda (1795), de Comella.

Lo gestual

Como ya se ha indicado, en el melólogo español, mientras suena la música, el actor deja de declamar y pasa a expresar corporalmente las diferentes situaciones y emociones que vive el personaje. Estos momentos son esenciales y en ellos podemos distinguir dos tipos de actuación: pantomimas o scenas mudas y estatuarias o tableaux vivants.

Las pantomimas o escenas mudas son gestos en movimiento y las estatuarias o tableaux vivants (cuadros vivientes) son gestos congelados, fijos. Tanto las pantomimas como las scenas mudas eran formas independientes, pero también se podían encontrar inmersas en otros géneros, y en el melólogo son imprescindibles. Aparecen en momentos concretos de los melólogos, cuando el dramaturgo quiere aclarar una situación o cuando existe un importante momento escénico de tensión, reflexión o incluso durante el clímax de la obra.

Comienzo del melodrama trágico El estatuario griego o La Eudoxia
Comienzo del melodrama trágico El estatuario griego o La Eudoxia, de Luciano Francisco Comella, 1789. Biblioteca Histórica Municipal, signatura BHM Tea 1-28-2, A.

El gusto por la estética del cuadro y por las esculturas clásicas hace surgir el interés por vivificar seres inanimados y estatuas, como ocurre en el mencionado Pygmalion, de Rousseau, o en El estatuario griego (1800), de Comella. Surgieron entonces las llamadas "figuras corpóreas", mecanismos de relojería que se pusieron de moda en el Madrid de fines del siglo XVIII y primeros años del XIX, y que representaban obras de moda, entre ellas muchos melólogos.

Las formas musicales dieciochescas surgieron de esa búsqueda por engarzar diferentes lenguajes, como son la palabra, la música y el gesto, enriqueciendo el mundo escénico. Muchos de estos géneros desaparecieron como tales, pero sin duda su esencia se ha mantenido en el tiempo, diluida en multitud de manifestaciones artísticas.

Bibliografía

  • Álvarez Barrientos, Joaquín y Lolo, Begoña, (eds.): Teatro y música en España: los géneros breves en la segunda mitad del siglo XVIII, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid / CSIC, 2009.
  • Huerta Calvo, Javier, (ed.): Historia del teatro breve en España, Madrid / Fráncfort, Iberoamericana / Vervuert, 2008.
  • Huertas Vázquez, Eduardo: Teatro musical español en el Madrid ilustrado, Madrid, Editorial El Avapiés, 1989.
  • Scarton, Cesare: Il Melologo. Una ricerca storica tra recitazione e musica, Città di Castello, Edimond, 1998.
  • Subirá, José: El compositor Iriarte y el cultivo español del melólogo, Barcelona, CSIC, 1949, 2 vols.

Virginia Gutiérrez Marañón Real Escuela Superior de Arte Dramático

Todos los ensayos

  1. Un paseo por la historia del teatro musical en España

    Teatro de la Zarzuela en blanco y negro

    Una visión panorámica de la genealogía y evolución de los diversos géneros de teatro musical en España.

    Javier Huerta Calvo
  2. En los orígenes del teatro musical

    Fragmento de la ilustración Quem-quaeritis-Tropus

    En la Edad Media, vinculados a la liturgia, aparecieron los primeros ejemplos de teatro musical.

    Alicia Lázaro
  3. La edad de oro del género chico

    Fragmento La Gran Vía

    Las últimas décadas del siglo XIX vieron florecer el género chico, del que son emblemas La Gran Vía o La verbena de la Paloma.

    Fernando Doménech Rico
  4. La ópera española de vanguardia

    Selene

    Desde los años sesenta, la vanguardia musical comienza a experimentar con el teatro musical.

    Jorge Fernández Guerra
  5. Una saga de grandes libretistas: los Fernández-Shaw

    Guillermo y Carlos Fernandez Shaw

    La Revoltosa, Luisa Fernanda o La vida breve deben sus libretos a Carlos Fernández Shaw y a sus hijos, Guillermo y Rafael.

    José Prieto Marugán
  6. El entremés cantado o baile dramático

    Jocoseria

    El entremés cantado es un género del Siglo de Oro con personajes populares que alterna partes cantadas y recitadas.

    Abraham Madroñal
  7. El melólogo y otras formas dieciochescas

    Partichela original del primer violín del melólogo paródico

    El melodrama o melólogo, que aunaba música y declamación, triunfó a finales del XVIII gracias a autores como Tomás de Iriarte.

    Virginia Gutiérrez Marañón
  8. El público del teatro musical: del Liceo a la Zarzuela

    Ilustración del Teatro Apolo

    El éxito del género chico se debe a un cambio en los hábitos de consumo del público madrileño.

    Pilar Espín Templado
  9. Orígenes de la zarzuela

    Los celos. Mercurio y Argos

    La segunda mitad del siglo XVII vio nacer la zarzuela, que tenía entonces argumentos mitológicos.

    Álvaro Torrente
  10. La tonadilla escénica

    La Tirana

    La tonadilla escénica triunfará en la segunda mitad del siglo XVIII, se hibridará con la ópera italiana y recibirá críticas ilustradas.

    Alberto Romero Ferrer
  11. El teatro musical como espectáculo

    Primero y Segundo

    El frágil equilibrio entre escenografía, música y texto ha originado distintas visiones a lo largo de la historia.

    Ignacio García
  12. Los bufos en España

    Los sobrinos del capitán Grant

    El actor Francisco Arderíus y sus Bufos Madrileños promovieron el repertorio de Offenbach, que revolucionó el teatro musical.

    Serge Salaün
  13. Barbieri o la lucha por una lírica nacional

    Retrato de Barbieri

    Compositor, director, musicólogo y empresario, Barbieri es sin duda la figura más importante del teatro musical en la España del XIX.

    Emilio Casares Rodicio
  14. La ópera flamenca

    Cansinos Assens

    La ópera flamenca vivió su apogeo entre 1924 y 1934, además de abriendo el género a un amplio público.

    Francisco Gutiérrez Carbajo
  15. El teatro frívolo: las variedades y la revista

    Teatro frívolo

    Tramas desenfadadas, músicas ligeras, escenografías atractivas y guiños eróticos hicieron triunfar estos géneros.

    Eduardo Huertas
  16. Hacia una ópera española: de Pedrell a Albéniz

    La creación de una "ópera nacional" centró los esfuerzos de Bretón o Pedrell, pero también de Albéniz o Granados.

    Víctor Sánchez
  17. Entre tradición y vanguardia: El retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla

    Representación de El retablo de Maese Pedro en el Teatre Liceu de Barcelona

    Obra para teatro de títeres basada en un episodio de la segunda parte de El Quijote, e instrumentada para orquesta de cámara y cantantes

    Carol Hess
  18. Ramón de la Cruz y la zarzuela en el siglo XVIII

    Gregorio Ferro (dibujo) y Manuel Salvador Carmona (grabado), "Música y Poesía", grabado para La música de Tomás de Iriarte, 1779

    Creador de la zarzuela moderna, fue uno de los autores más exitosos de la segunda mitad del siglo

    Joaquín Álvarez Barrientos
  19. El musical del siglo XXI

    "El rey león" (2011). Teatro Lope de Vega, Madrid

    De ser un género "menor", ha pasado a ser una reconocida manifestación artística y comercial

    Alejandro Postigo
  20. Farinelli en España

    La gestión de Farinelli puso el teatro musical en España a un nivel hasta entonces desconocido

    José María Domínguez
  21. La zarzuela en la América Hispana

    La calurosa acogida de la zarzuela en América se debió al fuerte vínculo cultural con España.

    Mª de los Ángeles Chapa Bezanilla
  22. El teatro musical después de Calderón

    El teatro musical mantuvo la grandeza y boato del género tras la muerte de Calderón.

    Julio Vélez Sainz
  23. El empeño de lo breve: Teatro Musical de Cámara

    El teatro breve fue el único capaz de adaptarse a las distintas modas y circunstancias que atravesaron el siglo XX.

    Elena Torres Clemente
  24. Paradojas de la gestión de la ópera

    La singularidad de la ópera consiste en su complejidad formal y, por lo tanto, en su inmensa complejidad potencial de sentido.

    Joan Matabosh
  25. La memoria del teatro musical en España

    Una mirada holística al panorama músico-teatral abarcando en nuestro barrido desde el barroco a nuestros días.

    Ignacio Jassa Haro