La zarzuela y su futuro
Ensayos de teatro musical español
Alberto González Lapuente¿Cómo mantener la vigencia de un género histórico? El conocimiento de las fuentes y su difusión, la promoción y la adaptación al contexto de hoy pueden ser algunas soluciones.
La zarzuela moderna siempre tuvo mala salud de hierro. Apenas había comenzado a asentarse, avanzada la década de los treinta del XIX, y Barbieri ya escribía sobre "los grandes y multiplicados esfuerzos por introducir en el gusto del público las palabras españolas cantadas". Casi de inmediato empezaría a frecuentarse un vocabulario no exento de confianza: reforma, recuperación, resurgimiento, modernización, renovación…. son términos de extraordinaria vigencia a lo largo del tiempo.
La zarzuela pasaría media vida reinventándose mientras se consumía en un frenesí de títulos de los que apenas ha quedado una porción significativa. La diversificación de formatos y contenidos será notable, en gran medida porque el propósito artístico y estético inicial derivó pronto en un producto de entretenimiento al arbitrio de la moda, es decir, de una coyuntura que, durante un siglo, estará obligada a transformarse en muy distintas categorías con el fin de mantener pujanza ante un publico ansioso de novedades.
Hoy, asumida ya la consideración de género histórico, la zarzuela sobrevive tratando de encontrar una definición solvente o, como se ha escrito, asumiendo la condición de "realidad a debate". La circunstancia es paradójica por lo que tiene de viejo debate en un contexto actual. La diferencia está en la necesidad de captar a un público al que, desvinculado del pálpito de contemporaneidad que la zarzuela representaba, le mueven intereses distintos a la mera consideración del género como fenómeno cultural de notable importancia en la historia musical y social española. Y el público sigue siendo imprescindible si se quiere mantener la realidad teatral de la zarzuela. Lo contrario significaría contradecir su naturaleza reduciéndola a mero objeto de estudio teórico. Las ideas que se desarrollan a continuación no pretenden ser estrictamente originales. En los últimos tiempos se ha puesto de manifiesto un interés por el futuro de la zarzuela, como bien puede deducirse de la aproximación bibliográfica incluida. Este texto debe mucho a las opiniones que allí se incluyen y a otras fuentes menores, al margen de algunas otras propias nacidas de la observación y la experiencia. Nada es definitivo. Todo queda sometido al juicio de una realidad que apunta hacia cambios sintomáticos.
Desde que la zarzuela dejó de estar viva, ha sucedido en varias ocasiones. En la segunda mitad de los años cincuenta, coincidiendo con el extraordinario proyecto discográfico liderado por el director Ataúlfo Argenta y la reinauguración del Teatro de la Zarzuela, recién reformado por la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE).
Otro momento referencial, más cercano a nosotros, tiene su origen en la celebración de las Jornadas sobre actualidad y futuro de la zarzuela, celebradas en noviembre de 1991 y de las que ha quedado un volumen revelador que se incluye como punto de partida.
Poco después surgieron varias iniciativas que han pretendido "actualizar" la zarzuela, ya sea desde la perspectiva científica (con abundancia de estudios y ediciones), ya desde la escénica (con propuestas más propias de la realidad-dramático teatral de nuestro tiempo, tal y como el Teatro de la Zarzuela las ha producido), incluso en referencia a un nuevo, irregular y revelador catálogo de registros sonoros y visuales.
Retomando el concepto de "realidad a debate", y ante el cambio de paradigma que, en muchos aspectos, forzó la crisis económica de 2008, hay que observar nuevas iniciativas como las Jornadas de zarzuela organizadas desde la Fundación Guerrero, en cuyo foro se ha discutido generosamente sobre el futuro inmediato.
Por supuesto, hablar de zarzuela en términos generales es complejo y hasta confuso. Ya se ha dicho que a lo largo de su existencia han sido muchas las circunstancias, los modos y los propósitos que le han dado forma. Por ello, aunque aquí se ha procurado generalizar a partir de concepto globales, algunos argumentos se aproximarán mejor a un repertorio que a otro. Para alguien mínimamente informado no será difícil dilucidar el matiz.
El estudio
Asumida la condición de género histórico, la zarzuela necesita el soporte científico como fuente de propagación. El avance hecho en los últimos tiempos es poderoso y las consecuencias que de ello se derivan tienen mucho que ver con su actual vigencia y manera de presentarse.
Es difícil entender hoy en día una edición musical o literaria que no venga avalada por el rigor de las fuentes y su interpretación. Pero para resolver su realidad práctica, la zarzuela necesita avanzar de manera interdisciplinaria. Los teóricos asumiendo que los estudios musicales, literarios y teatrales deben interconectarse. Y todos ellos formalizando una relación fluida con el intérprete, musical y teatral, que ha de poner en práctica las tesis y teoremas, hacer útil su trabajo.
No es ocioso creer también en la relación del género con otras manifestaciones artísticas. Pensar en una zarzuela escrita contemporáneamente es una ficción difícil de materializar, más allá del artificio. El acicate ha de estar en el repertorio como germen de inspiración: del artista plástico al director teatral; del compositor al dramaturgo.
Las fuentes
La frenética y volátil cotidianeidad de la zarzuela llevó a la construcción de un mercado editorial muy ágil y atento a las ediciones de uso inmediato ya fueran libretos, arreglos para bandas, pequeñas agrupaciones instrumentales… o la publicación de números fundamentales para canto y piano. El trabajo realizado en las últimas décadas por diversas instituciones y editoriales, y la actual implicación de un centro de referencia como el archivo de la SGAE, abrió el camino hacia un fondo de catálogo de referencia.
La labor editorial es fundamental en el trabajo de difusión. Un texto solvente contribuye a expandir el repertorio favoreciendo la interpretación y cualquier otra forma de representación como el registro audiovisual de la obra. Asentar un proyecto editorial, vinculando a otras entidades similares de carácter internacional, promover la grabación y distribución sin menoscabo del medio, ha de ser un empeño tan esencial como el de ordenar y facilitar el acceso a archivos y fondos documentales. El ánimo y el coraje de varios pioneros de la zarzuela dieron forma a la Sociedad de Autores. La protección y custodia del patrimonio se ha de conciliar con la facilidad de acceso a las fuentes.
El gesto
La zarzuela fue un género flexible, atento a la experiencia diaria sobre el escenario. La utilidad y la eficacia teatral fueron herramientas del éxito: se modificaban libretos, se alteraba el orden de los números musicales, incluyendo otros nuevos o el transporte a otros registros. Reconstruir escénicamente el género es una labor compleja. El estricto carácter museístico se aviene mal con su naturaleza. Ha cambiado el sentido del ritmo escénico, se manejan medios técnicos más complejos y sutiles, se abordan espacios escénicos con peculiaridades propias.
Es necesario estudiar con humildad, diferenciando lo accesorio de lo esencial y procurando poner en valor la singularidad de cada obra. El ejercicio es complejo pues en la zarzuela tiene mucho valor el "ambiente" y, no siempre, el esqueleto dramático. Aun así, una interpretación "fiel" hecha con honradez puede ser tan relevante como una "reinvención". En ambos casos se asume la labor del director de escena como recreador.
El imaginario de la zarzuela es una hipótesis tan singular que obliga a evitar dogmatismos ante el texto y la música, a asumir formatos diversos y a experimentar en direcciones estéticas aparentemente contradictorias.
El eco
La sonoridad instrumental y cantante de la zarzuela es un eco perdido que debería reinventarse. Hablar de interpretación históricamente informada no es lo exacto. La zarzuela se hizo, en muchas ocasiones, sacando pecho ante un entorno musical y una gestión de quebradiza calidad: orquestas desequilibradas, cantantes con la preparación justa, coros desiguales, usos instrumentales ahora en desuso y tradiciones interpretativas olvidadas. Ataúlfo Argenta hizo tabla rasa imponiendo un canon interpretativo musical y homogéneo que aún pervive. Pero la tendencia del siglo XXI apunta hacia otros horizontes.
Recrear, combinando el rigor histórico y la calidad, demanda investigar la declamación, huir del canto convencional, imaginar una sonoridad idealizada. La presencia de los "especialistas" ha sido en muchos casos una rémora de difusas tradiciones. Involucrar a intérpretes procedentes de campos y territorios aparentemente disímiles debería entenderse como forma de enriquecimiento. Crear escuela. El vals vienés, la opereta incluso, se interpreta por todo el mundo y nadie le niega su autoría.
La promoción
En la prensa, en los cafés con sus músicos, editando postales, folletines y panfletos, a través de la radio, mediante el disco…, la zarzuela supo rodearse de un márquetin poderoso. De ser hoy, habría utilizado internet, se habría consolidado en proyectos audiovisuales de muy distinta naturaleza, habría procurado servirse de los soportes digitales. Hay mucho por hacer en este terreno en una doble dirección: difundir con sentido propagandístico (por incómoda que resulte la palabra) y facilitar el conocimiento.
La zarzuela apenas se integra en la realidad educativa aun siendo un fenómeno que mantiene un constante diálogo con la realidad histórica y social que le dio cobijo. Una vez más hay que reconocer la presencia marginal, no ya de la zarzuela, sino de otras formas más "elevadas" de cultura en el proceso educativo. Ganar público depende de ello. La radio, la televisión, los medios informativos tan lejanos a la agenda cultural, también tienen su culpa.
La rentabilidad
Cuando el concepto de industria cultural se hizo común, la zarzuela había cerrado su ciclo vital. Sin embargo, los procedimientos que permitieron su supervivencia se explican bien desde la definición de un término que da sentido al arte como fuente de gratificación… y de negocio. La zarzuela fue una empresa poderosa de la que participaron por igual compositores, libretistas, intérpretes y empresarios, sin que tales categorías sean excluyentes. La historia de la zarzuela y sus transformaciones formales y semánticas se explican estupendamente desde la perspectiva económica en tanto la taquilla fue una forma de financiación y de riqueza (por no hablar del negocio editorial y de la industria del disco).
Comprobada la imposibilidad de mantener el negocio autofinanciándose, se hace imprescindible la ayuda exterior. La subvención y el patrocinio son recursos necesarios si se quiere mantener un rescoldo suficientemente representativo.
La frontera
La zarzuela sobrevivió siendo algo cercano y comprensible. Pero la cercanía hay que crearla y la comprensibilidad hacerla posible. Subtitular, traducir, facilita el entendimiento y rompe el límite lingüístico. En su tiempo, la zarzuela importó títulos extranjeros y no dudó en adaptar, transcribir y convertir. La inmutabilidad se aviene mal con el género. El respeto es necesario pero también jugar con la música, transformar el texto hacia espectáculos originales y atractivos que llamen la atención.
El arreglista y el dramaturgo necesitan su espacio en la zarzuela actual. Porque las fronteras son cada día más artificiales. Nada puede tener futuro si se circunscribe a un espacio limitado e infranqueable. La zarzuela nunca lo hizo. Se sirvió de la caricatura, la parodia, la recreación… manteniendo un diálogo abierto con la actualidad social y artística contemporánea.
El icono
La zarzuela tuvo la inteligencia de construir un teatro cuando todavía era un sueño de varios entusiastas. Se inauguró en 1856, gracias al empeño de Francisco Asenjo Barbieri proporcionando al "género bastardo" un lugar donde crecer. A partir de ahí han sido muchos los momentos de incertidumbre: incendio y amenazas urbanísticas incluidas. Pero hoy el proyecto se consolida como centro público de referencia en el que, más allá de la personalidad otorgada por sus gestores, procura la escenificación del género con calidad musical y actualidad teatral, además de proponer otras iniciativas cercanas a la promoción y divulgación.
La construcción del Teatro de la Zarzuela fue una decisión clarividente, una apuesta decidida en defensa de un teatro musical que aún estaba por formalizar. Durante la refriega hubo quien opinó que el titulo de la fachada era demasiado pretencioso, prefiriendo el de Ópera Cómica o Teatro Lírico Español. Nunca se podrá agradecer lo suficiente a Barbieri que fabricara una imagen de marca. El futuro inmediato de la zarzuela depende, en gran medida, del orgullo con el cual este teatro que siga defendiéndola.
Bibliografía
- BARCE BENITO, Ramón: Actualidad y futuro de la zarzuela. Actas de las Jornadas celebradas en Madrid del 7 al 9 de noviembre de 1991, Madrid, Editorial Alpuerto, 1994.
- BRANDERBERGER, Tobias: "La zarzuela hoy: desafíos de un objeto ¿evanescente?", en Tobias Branderberger (ed.): Dimensiones y desafíos de la zarzuela, Berlín LIT Verlag, 2014, pp. 9-19.
- GONZÁLEZ LAPUENTE, Alberto: "La zarzuela y sus derivados", en A. González Lapuente (ed.): Historia de la música en España e Hispanoamérica, vol. 7. La música en España en el siglo XX, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2012, pp. 423-511.
- GONZÁLEZ LAPUENTE, Alberto y HONRADO PINILLA, Alberto: Horizontes de la zarzuela. Libro de las Jornadas de zarzuela 2013, Cuenca, Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, 2014.
- JASSA HARO, Ignacio y MEJÍAS GARCÍA, Enrique: "La mayoría de edad de la zarzuela en el siglo XXI (1998-2015)", en Tobias Branderberger y Antje Dreyer (eds.), La zarzuela y sus caminos. Del siglo XVII a la actualidad, Münster, LIT Verlag, 2014. LIT Ibéricas 8.
Alberto González Lapuente Músico
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