Chema Madoz

Diez preguntas a… Chema Madoz

La idea de Chema Madoz (Madrid, 1958) era comprarse un radiocasete en una tienda de artículos de segunda mano, pero sólo le daba para una cámara. Un primer paso con el que se adentra en un lenguaje de metáforas, asociaciones, ironía, absurdo y paradoja, en el que nada es lo que parece. Sus primeras referencias de Asia Oriental son visuales, a través de los grabados japoneses clásicos de Hiroshige, Hokusai o Utamaro, y las lecturas de haikus de Matsuo Bashō, en las que se reconoce como artista. También le influyen obras que han alcanzado gran difusión en Occidente, como El elogio de la sombra de Jun’ichirō Tanizaki, cuyo fragmento aparece escrito sobre una pared en una de sus fotografías, poniendo el acento en la belleza del instante. En el año 2000 viaja a Hokkaidō (Japón) invitado por un festival de fotografía, y unos años después, a Tokio y a Corea.

¿Considera que, en algún momento y aunque sea de manera puntual, ha habido en su obra una relación con la cultura, el pensamiento o el arte de Asia oriental (Japón o China), India, Tíbet, Nepal o el sudeste asiático? ¿Cómo caracterizaría esa relación o influencia? ¿Es de tipo formal y visual o intelectual y literaria?
Creo que la relación que puede haber en mi trabajo es conceptual, ya que la forma siempre está condicionada por el fondo. La relación formal viene dada por una cercanía de conceptos e intereses.
¿Cuáles han sido sus puntos de referencia, sus fuentes y sus experiencias personales en torno a este tema?
Seguramente las primeras referencias son visuales y vienen a través de un contacto con la iconografía propia de los grabados japoneses clásicos, con autores como Hiroshige, Hokusai o Utamaro, y las lecturas de haikus de Matsuo Bashō.
Un acercamiento que pasa por algunas de las obras que más difusión han podido alcanzar en Occidente, como El elogio de la sombra de Jun'ichirō Tanizaki o El libro de la almohada de Sei Shōnagon.
Eudald Serra, viajero infatigable, dijo: "Hay que verlo todo. Todo lo que sepas lo sabrás porque lo hayas visto, no porque te lo hayan dicho". ¿Ha viajado y conocido personalmente aquellos lugares por cuya filosofía, estética, tradición y arte se ha sentido atraído?
Sorprendentemente, en el año 2000, tuve ocasión de viajar a Hokkaidō (Japón) invitado por un festival de fotografía que decidió premiar la exposición que había realizado ese mismo año en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Unos años después, viajé nuevamente a Tokio por motivo de una exposición en el Instituto Cervantes y, más tarde, a Corea, lo que me permitió conocer un poco más de cerca un universo que siempre me había interesado.
¿Cómo se ha enfrentado a esas referencias que le han interpelado o cómo ha trabajado con ellas?
Con la naturalidad que da trabajar con un lenguaje que sientes cercano, pues ya en mi adolescencia me encantaban los cómics, y entre todos ellos prefería los que en aquellos años se conocían bajo la expresión "línea clara", estilo que siempre me pareció muy cercano a la estética del grabado japonés.
¿Considera que este encuentro fue una relación puntual, efímera, parcial o algo que ha calado hasta convertirse en parte de sí mismo? ¿Respondía ese encuentro a una sintonía personal?
Entiendo que responde a una comunión de la sensibilidad con una filosofía o una manera de entender la imagen.
Relación, influencia, copia, inspiración, punto de partida, reconocimiento de lo propio en el otro o en lo ajeno… En su caso, ¿cuál cree que es el término más adecuado para describir el fenómeno del que estamos hablando? ¿Y si hablamos más en general del arte contemporáneo español?
Hay una parte decisiva de reconocimiento de lo propio en el otro. Recuerdo que los primeros haikus que leí fue porque alguien observó que lo que estaba haciendo tenía una cierta similitud con esa forma de poesía. Hasta aquel momento, yo no había leído absolutamente nada y, al hacerlo, me reconocí en esos versos escritos hace siglos.
¿En qué medida cree usted que el pensamiento y la cultura asiática y su plasmación material (artes plásticas, jardinería, teatro, poesía, etc.) han influido en el desarrollo del arte contemporáneo? ¿Y, de nuevo, en el caso español?
Soy reacio a establecer una separación entre el arte contemporáneo y el arte español. Entiendo el arte español como contemporáneo y, en ese sentido, creo que se ve afectado en la misma medida. Desde mi punto de vista, el arte asiático está presente de una manera formal en algunas de las expresiones relacionadas con el lenguaje de la vanguardia.
¿En qué momento piensa que esta influencia ha sido más significativa? ¿En la primera mitad del siglo XX, a partir de los años cincuenta, en la década de los setenta o a partir de los noventa?
Tal vez me falten datos para hacer una valoración acertada, pero la sensación que tengo es que, desde los inicios del siglo hasta ahora, su influencia ha sido constante, aunque haya variado la intensidad de su presencia.
¿Considera que el público acepta de buen grado estas aportaciones ajenas? En su opinión, ¿tiene el público deseos de exotismo?
Creo que el público acepta con la mayor naturalidad estos acercamientos del lenguaje a otras culturas. De alguna forma, pienso que se percibe más como un refinamiento o una exploración de las posibilidades expresivas del lenguaje visual que como algo exótico, que siempre tiene algo de ajeno.
A estas alturas es difícil resultar exótico.
¿Considera que el fenómeno de la globalización, que ha relativizado las distancias en el espacio y en el tiempo, ha acentuado las influencias mutuas entre los distintos ámbitos culturales? ¿Los ha vuelto más permeables, pero también más superficiales?
Sí, totalmente de acuerdo.