Enrique Brinkmann

Diez preguntas a… Enrique Brinkmann

Al pintor Enrique Brinckmann (Málaga, 1938) siempre le ha gustado el pensamiento conciso y poético de Asia oriental, con El Tao Te King y el Zhuanghzi como libros de cabecera. La lectura de Dostoievski le llevó a abandonar sus estudios de Perito Industrial, dedicándose desde entonces a pintar de forma autodidacta. En 1961 se marcha a Alemania, donde establece su residencia y contacta con representantes del grupo Fluxus. Desde 1966 fija su residencia en Málaga, dedicándose a la pintura, al dibujo y al grabado. Desde 1992 instala otro taller en la casa donde vivió y murió Cervantes en Madrid. Ha realizado diversas exposiciones en Alemania, España, y Brasil, donde representó a España de la Bienal de São Paulo de 1967 y 1969. Aunque ha viajado a China en dos ocasiones, una de ellas invitado en la III Beijing Internacional Art Bienale, sus viajes más interesantes los ha hecho "por el interior de mi caverna, donde todo lo que siento ni me lo ha dicho nadie ni lo veo en el exterior".

¿Considera que, en algún momento y aunque sea de manera puntual, ha habido en su obra una relación con la cultura, el pensamiento o el arte de Asia oriental (Japón o China), India, Tíbet, Nepal o el sudeste asiático? ¿Cómo caracterizaría esa relación o influencia? ¿Es de tipo formal y visual o intelectual y literaria?
No ha habido ningún momento puntual en mi relación con la cultura de Oriente. Su arte, desde hace ya mucho tiempo, se ha ido introduciendo en Occidente tanto en la pintura y en la literatura como en la música.
En el arte contemporáneo, pintores como Hans Hartung, Mark Tobey, Lucio Fontana, Antoni Tàpies, Brice Marden o Henri Michaux, entre otros muchos, son deudores de la sensibilidad asiática. También a la música de Luigi Nono, John Cage y, en especial, a la de Morton Feldman le ocurre lo mismo.
Nunca he sido ajeno a toda esa influencia visual, intelectual y literaria.
¿Cuáles han sido sus puntos de referencia, sus fuentes y sus experiencias personales en torno a este tema?
El Tao Te King y el Zhuangzi son para mí libros de cabecera desde hace ya muchísimos años. Siempre me ha gustado el pensamiento conciso y poético de Oriente. En literatura, La novela de Genji de la japonesa Murasaki Shikibu también puede ser un referente, así como muchos libros más o menos actuales sobre el arte o la poesía oriental.
Eudald Serra, viajero infatigable, dijo: "Hay que verlo todo. Todo lo que sepas lo sabrás porque lo hayas visto, no porque te lo hayan dicho". ¿Ha viajado y conocido personalmente aquellos lugares por cuya filosofía, estética, tradición y arte se ha sentido atraído?
No estoy muy de acuerdo con la frase de Eudald Serra. Como soy platónico, mis viajes más interesantes los he hecho siempre por el interior de mi caverna, donde todo lo que siento ni me lo ha dicho nadie ni lo veo en el exterior.
Por otra parte, he viajado menos de lo que hubiese querido; en Asia solo he estado dos veces, concretamente en China: una vez como partícipe en la III Bienal Internacional de Arte de Pekín en 2008 y otra en 2015, con motivo de una exposición en la Bridge Gallery de Pekín, con cuadros de Liang Quan y míos. En ambas ocasiones, visité museos y jardines; admiré la caligrafía y arquitectura, y amplié mis conocimientos sobre la sociedad y la cultura china.
¿Cómo se ha enfrentado a esas referencias que le han interpelado o cómo ha trabajado con ellas?
Esas referencias siempre son de orden espiritual y han sido como una guía intuitiva en mi trabajo.
¿Considera que este encuentro fue una relación puntual, efímera, parcial o algo que ha calado hasta convertirse en parte de sí mismo? ¿Respondía ese encuentro a una sintonía personal?
La búsqueda de lo esencial no es algo efímero. El encuentro está en la sintonía con la sensibilidad oriental, ya que en ella siempre se ha buscado ese componente efímero con gran intensidad.
Relación, influencia, copia, inspiración, punto de partida, reconocimiento de lo propio en el otro o en lo ajeno… En su caso, ¿cuál cree que es el término más adecuado para describir el fenómeno del que estamos hablando? ¿Y si hablamos más en general del arte contemporáneo español?
En mi caso, yo diría que reconocimiento de lo propio en lo ajeno.
En cuanto al arte contemporáneo español, la relación con Oriente la veo claramente en Luis Fernández, Antoni Tàpies, Joan Hernández Pijuan, Fernando Zóbel, Elena Asins y en los dibujos de Luis Feito. La lista sin duda alguna es más extensa, pero son los que me parecen de momento más obvios.
¿En qué medida cree usted que el pensamiento y la cultura asiática y su plasmación material (artes plásticas, jardinería, teatro, poesía, etc.) han influido en el desarrollo del arte contemporáneo? ¿Y, de nuevo, en el caso español?
En una pregunta anterior citaba los nombres de pintores y músicos contemporáneos muy significativos. Un pintor chino tradicional que quiere pintar un paisaje lo visita repetidas veces y lo va interiorizando. En un momento determinado, en su estudio y sobre un rollo de papel, lo pinta automáticamente. ¿No es esto el automatismo del siglo XX?
En relación con España, somos en cierta medida parte de Oriente. El flamenco, la arquitectura popular andaluza y el sufismo, tan próximo al taoísmo, han calado en algunos artistas contemporáneos españoles.
Tuve durante muchos años amistad con el pintor Manuel Barbadillo y una vez me comentó que sus cuadros modulares le recordaban a las celosías andaluzas.
¿En qué momento piensa que esta influencia ha sido más significativa? ¿En la primera mitad del siglo XX, a partir de los años cincuenta, en la década de los setenta o a partir de los noventa?
Creo que a partir de los años cincuenta. En la primera mitad del siglo XX, y debido a Picasso y al cubismo, la mirada se dirigió más hacia el continente africano.
¿Considera que el público acepta de buen grado estas aportaciones ajenas? En su opinión, ¿tiene el público deseos de exotismo?/
El drama de hoy día es que el arte es un objeto de mercado. Se habla del mercado del arte y no del mundo del arte. Un cuadro es un producto y el artista una marca. En esta tesitura, mucho me temo que el público en general se deje llevar por los vaivenes de lo que digan los algoritmos del mercado y no genere una reflexión profunda sobre la influencia de Oriente en Occidente y de cuáles son las características que nos diferencian, así como las que nos enriquecen.
¿Considera que el fenómeno de la globalización, que ha relativizado las distancias en el espacio y en el tiempo, ha acentuado las influencias mutuas entre los distintos ámbitos culturales? ¿Los ha vuelto más permeables, pero también más superficiales?
Cuando escribo estas líneas, se celebra una exposición de un pintor chino en el Museo del Prado [Cai Guo-Qiang] y este hecho, sin duda, se puede calificar de globalización positiva. La influencia que Occidente tiene en Asia es enorme y no es de ahora mismo. Una característica del arte occidental es la sensibilidad hacia lo matérico. A Rembrandt yo lo considero el primer pintor matérico de Occidente, y es aproximadamente a mediados del siglo XX cuando los chinos empiezan a pintar con un material graso como el óleo. En la actualidad, son una legión. Sin embargo, reflexionando sobre la pregunta, me temo que, debido a los mercados y a la avidez de los museos por la cuota de visitantes, lo que veamos en el futuro se pueda parecer más a El mayor espectáculo del mundo.