Béla Bartók compuso su Cuarteto nº 4 para el conjunto “Pro Arte”, a quien está dedicado, en verano de 1928. Sin embargo, fue estrenado por otro cuarteto, el “Cuarteto Kolisch”, en otoño del mismo año.
El segundo movimiento Prestísimo con sordino se desarrolla, como su nombre indica, velado por la sordina:
Con sordino (en italiano, con sordina) indica el empleo de la sordina, que es una pequeña pieza de goma que se coloca sobre el puente para impedir la total resonancia del cuerpo del instrumento. De esta forma se enmudece o se apaga la intensidad del sonido producido.
Por efecto de la sordina percibimos el paisaje sonoro como “envuelto en una niebla espesa que nos impide ver lo que pasa adelante. Los instrumentos corren sin saber muy bien hacia dónde, se sienten amenazados sin saber quién les persigue… Todo se vuelve fantasmal y difuso”. Así nos lo describe el narrador… y así lo expresa musicalmente Bartók en los compases iniciales de la viola y el violonchelo:
Esta huída en forma de escala cromática ascendente y descendente, que continúa a lo largo del movimiento parece “un humo fugaz que se deshace en el aire”, un sonido impreciso que aumenta su indefinición por efecto de la sordina.
Si tenemos que elegir alguno de los pintores cuya obra se proyectará en el concierto para ilustrar esta atmósfera vaga y neblinosa, ese misterioso nerviosismo que nos propone Bartók, es J.M.W. Turner.
El pintor londinense nos regala tormentas y temporales como éste: