Manuel Vilariño

Diez preguntas a… Manuel Vilariño

Premio Nacional de Fotografía 2007, Manuel Vilariño (A Coruña, 1952) representó a España en la 52ª Bienal de Venecia ese mismo año.
La primera muestra colectiva del fotógrafo y poeta Manuel Vilariño (A Coruña, 1952) fue en Ferrol en 1983, y desde entonces sus fotografías han recorrido España, Europa y América. Durante sus estudios universitarios, le interesa leer sobre pensamiento oriental, influenciado por la Beat Generation. Así, le sorprenden el concepto de vacío y la estética zen de la que escriben Alan Watts, Thomas Merton o Daisetsu Suzuki. "Los caminos de la cultura y de la filosofía china son escarpados", reflexiona. En un viaje de diez días en 1982 queda deslumbrado ante la belleza de los grandes templos de la India, y al regresar escribe: "Ese viaje me conmovió. Se abrió un espacio misterioso, en lo más íntimo, un espacio de silencio." En 2007 representa a España en la 52ª Bienal de Venecia y recibe el Premio Nacional de Fotografía.

¿Considera que, en algún momento y aunque sea de manera puntual, ha habido en su obra una relación con la cultura, el pensamiento o el arte de Asia oriental (Japón o China), India, Tíbet, Nepal o el sudeste asiático? ¿Cómo caracterizaría esa relación o influencia? ¿Es de tipo formal y visual o intelectual y literaria?
Vengo de muchos lugares y muchas mitologías que han ido impregnando mi obra y mi vida a lo largo del tiempo; y una de ellas es la cultura oriental. Durante mi época universitaria, tal vez influido por la Beat Generation (los Diarios de Allen Ginsberg), me sentí interesado por el pensamiento oriental. La lectura de los libros de Alan Watts, Thomas Merton, los Ensayos sobre budismo zen de Daisetsu Suzuki y otros libros sobre el pensamiento filosófico en la India, China y Japón me provocaron, desde el principio, asombro y cercanía. Asimismo, debo citar las obras de Mircea Eliade, en especial sus diarios. Todo un descubrimiento.
A partir de estas lecturas, la noción de vacío y la estética zen forman parte de mi equipaje. Más tarde vino la lectura de la gran literatura sánscrita, que cambió mi visión del mundo, de la vida y de la muerte. Una revelación. Me refiero a los libros que me marcaron para siempre y me han acompañado a lo largo de mi vida: los Upanishads, el Bhagavad Gita, los Brahma sutras y la esencialidad del Sutra del corazón.
Este interés intelectual, deslumbramiento, posteriormente se amplió a la escultura del sudeste asiático, la belleza de la arquitectura —escultura— de los grandes templos de la India. El magnetismo de las esculturas amputadas o de las cabezas decapitadas (escuela de Mathurā, Gandhāra, Gupta, Pāla, Khmer…), con su belleza y formas fantásticas, presentes igualmente en los objetos populares de metal, barro…
En otro sentido, siento asombro intelectual ante la potencia de la noción de vacío en el budismo zen explicado por Suzuki en el libro citado, tan determinante en la pintura de Shitao y otros grandes pintores chinos; espiritualidad de la que también habla François Cheng en Vacío y plenitud.
Los caminos de la cultura y de la filosofía china son escarpados. Las montañas, el agua, el yin-yang, la fugacidad de la existencia o el tiempo laten intensamente en la poesía y reflejan la hondura de su pensamiento.
Por último, no puedo dejar de citar dos textos clásicos; uno, el I Ching; otro, el Tao Te King de Lao Tse, libro enigmático con hermosos textos fragmentarios. Mi acercamiento al mundo japonés fue posterior. Una aproximación fundamental gracias a la brevedad y belleza de las imágenes del haiku y a la influencia literaria y del cine japonés clásico (Kurosawa, Mizoguchi, Ozu). Entre los libros importantes que debo citar, están los diarios de viaje de Matsuo Bashō, en especial Sendas de Oku, y, por su clarificadora visión de la cultura japonesa, El elogio de la sombra de Jun'ichirō Tanizaki.
En otro sentido, la espiritualidad europea siempre me ha fascinado. Desde el Maestro Eckhart o Angelus Silesius a los visionarios románticos alemanes. Y la mística, desde Miguel de Molinos y San Juan de la Cruz a José Ángel Valente.
¿Cuáles han sido sus puntos de referencia, sus fuentes y sus experiencias personales en torno a este tema?
Naturalmente, no me propongo una autobiografía, solamente unas breves notas.
Algunas noches, todavía, sueño con Bombay. .
Viajé a la India en el verano de 1982; a pesar de la brevedad de la estancia, me esperaba un país asombroso, insólito. Palabras, sueños, contradicciones se entrecruzan en la penumbra de mi memoria tantos años después de aquella experiencia. .
Vuelven a mi recuerdo rotas imágenes como sombras. .
Oleadas de gentes, calor asfixiante, animales aturdidos. .
Un cielo inmenso de color azul .
y bandadas de pájaros. .
Bicicletas con alas, mendigos. .
Niños atareados y hermosas mujeres con saris de colores. .
Los buitres trazando círculos. .
Una claridad cegadora y persistentes sonidos. .
Contemplé, un instante, la belleza del relámpago irrenunciable. .
Sentí vértigo. .
Vacas obstinadas. .
Cuervos. .
Multitudes y jardines silenciosos. .
Caminé por calles estrechas, entre prostitutas y una espada de dolor. .
Fui devorado por la ciudad y descubrí un mundo que me estaba esperando desde hacia milenios.
Y, en los muelles, montañas de cúrcuma color de fuego. .
Eudald Serra, viajero infatigable, dijo: "Hay que verlo todo. Todo lo que sepas lo sabrás porque lo hayas visto, no porque te lo hayan dicho". ¿Ha viajado y conocido personalmente aquellos lugares por cuya filosofía, estética, tradición y arte se ha sentido atraído?
Como decía anteriormente, solo un viaje de poco más de diez días en la India, un contacto mínimo.
Ese viaje me conmovió.
Se abrió un espacio misterioso, en lo más íntimo, un espacio de silencio.
¿Cómo se ha enfrentado a esas referencias que le han interpelado o cómo ha trabajado con ellas?
No sabría explicarlo con exactitud.
Un artista no deja de reflexionar sobre su obra a partir de la experiencia de la creación.
Tendría que referirme a conceptos o ideas seminales como el vacío, el silencio, la quietud, la contemplación… Hablaría de la creación artística o poética como pensamiento de la infinitud, de la multiplicidad de los sentidos, de la multiplicidad de la visión, la emoción de la totalidad.
Algunas obras te conducen a territorios extraños, desconocidos, que son descenso, retorno a la memoria. Te conducen a un espacio vacío, a la interioridad. Lo imprevisible.
Ese componente de interioridad, de descenso a lo más íntimo es también un componente sacro.
Citaré varias obras que se levantaron sobre estas ideas:
Metamorfosis de la sombras.
Paraíso fragmentado.
Satori.
Y la montaña de cúrcuma, materia de la que han salido tantas cosas, infinitud de los sentidos, latido que aparece a lo largo de los años en mis fotografías, poemas, instalaciones, esculturas. Es la montaña cósmica.
¿Considera que este encuentro fue una relación puntual, efímera, parcial o algo que ha calado hasta convertirse en parte de sí mismo? ¿Respondía ese encuentro a una sintonía personal?
Todo es huella. La huella se borra en el río. Como decía antes, el pensamiento oriental cambió no solamente mis prácticas artísticas; también amplió mi visión cósmica, mi propia vida, entendiendo vida y obra como un todo, una tectónica de demolición. Un absoluto de la visión. Desde el pensamiento, interrogarse sobre la poesía, el ser o el cosmos. La escucha, la meditación, lo revelado o el vacío tendrían otros significados. Y qué decir de la energía de aparición y desaparición. Si se prefiere, como dice una estrofa de los Upanishads, &qauot;llévame de lo irreal lo real".
Relación, influencia, copia, inspiración, punto de partida, reconocimiento de lo propio en el otro o en lo ajeno… En su caso, ¿cuál cree que es el término más adecuado para describir el fenómeno del que estamos hablando? ¿Y si hablamos más en general del arte contemporáneo español?
En mi caso, hablaría de un reconocimiento de lo otro en mí mismo, de encontrar una ascendencia, reconstrucción de una identidad…, y, sobre todo, de algunas ideas seminales del pensamiento oriental que aparecerán en mi obra. Configurar una estética de la finitud o de la infinitud, una estética del fragmento, con raíces tanto en el pensamiento oriental como en la mística; dialogando con la naturaleza.
Diría que el arte contemporáneo español tiene otras inquietudes, lo que no significa que en algún momento "el espíritu oriental" se incorpore puntualmente a cualquier discurso del espectáculo.
¿En qué medida cree usted que el pensamiento y la cultura asiática y su plasmación material (artes plásticas, jardinería, teatro, poesía, etc.) han influido en el desarrollo del arte contemporáneo? ¿Y, de nuevo, en el caso español?
Ha tenido una gran influencia en el teatro y la poesía. El haiku configura una realidad espiritual que se ha integrado en la cultura contemporánea. Se ha difundido y es utilizado; ya forma parte de la literatura española. No ha sucedido lo mismo con el teatro . Por otra parte, la influencia de Tagore es muy notable en la poesía española y el ejemplo más claro es cómo el conocimiento de su poesía cambia la obra de Juan Ramón Jiménez.
Me parece muy evidente la influencia en la obra de Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, Joan Miró, Fernando Zóbel o Pablo Palazuelo… Me interesa mucho lo conceptual de Antonio Saura, y no tanto la caligrafía.
La jardinería del Japón tiene una influencia notoria en el arte y en la arquitectura por los aspectos estéticos que guarda la creación de un jardín como expresión de la percepción de la naturaleza contenida. El Oku —jardín espiritual, recinto simbólico, oculto a las miradas con un carácter de paisaje privado— me atrae especialmente.
¿En qué momento piensa que esta influencia ha sido más significativa? ¿En la primera mitad del siglo XX, a partir de los años cincuenta, en la década de los setenta o a partir de los noventa?
Desde el siglo XIX el tema oriental ha estado presente en los movimientos de vanguardia, pero la influencia significativa en España se produce a partir de los años cincuenta. Me refiero a Chillida, Tàpies, Palazuelo, Miró y la escuela de Cuenca.
Sin hacer un juicio de valor, hay artistas absolutamente extraordinarios y otros cuyas obras no reflejan influencias "orientales".
¿Considera que el público acepta de buen grado estas aportaciones ajenas? En su opinión, ¿tiene el público deseos de exotismo?
La obra de arte, como la poesía, tiene mucho de incomunicación, también de comunicación, y hay un público que se aproxima y se interesa por un arte más hermético. Personalmente entiendo que la creación implica un riesgo, un peligro, y el artista debe enfrentarse al riesgo de la obra, a su propia desaparición. Por supuesto, sabemos que hay un gran público a quien le gusta lo exótico y busca un modelo más espectacular.
La visión exótica o fantástica es la que se nos ofrece continuamente de la India, con mucha frecuencia desde la fotografía. Es un tratamiento de las gentes, de los rituales, seudomística, superficial y colorista, alejado de la profundización o investigación estética.
Las visitas a India, China o Japón de los artistas más jóvenes (con becas, subvenciones o estancias), en general, han aportado muy poco o simplemente una mirada superficial.
¿Considera que el fenómeno de la globalización, que ha relativizado las distancias en el espacio y en el tiempo, ha acentuado las influencias mutuas entre los distintos ámbitos culturales? ¿Los ha vuelto más permeables, pero también más superficiales?
Efectivamente. Las nuevas formas de reproducción y difusión, las nuevas tecnologías y la globalización son mecanismos de uniformización cultural. Los lenguajes mediáticos reiteran los mensajes banales, superfluos y la inmediatez frente a la reflexión teórica.