Se dice que París es la ciudad de la luz, a pesar de que es una de las capitales europeas donde más llueve y menos luce el sol. Son, sin duda, sus calles, plazas, edificios y monumentos los que iluminan el trasiego de las gentes y el paseo de los visitantes.
No sabemos si fue en un día soleado o lluvioso cuando Claude Debussy, que estaba ojeando una revista ilustrada de las de entonces, vio una imagen de la Alhambra de Granada y se quedó prendado de su arquitectura, sus patios y jardines. Aquella ilustración del palacio granadino fue la fuente de inspiración para Lindaraja, una obra escrita inicialmente para dos pianos, aunque posteriormente se realizara una versión para piano solo. Esta pieza musical evoca uno de los lugares más bellos de la Alhambra: un mirador que da a un hermoso patio en el que la arquitectura, junto con las flores y el agua son sus elementos característicos. Debussy tradujo en música sus “impresiones” sobre aquellos lugares y creó una obra peculiar que nos evoca, a ritmo de habanera, el exotismo de la España musulmana.
Título: Lindaraja
Autor: Claude Debussy (1862-1918)
Fecha de composición: 1901
Instrumentación: dos pianos
Duración: 5’
Claude Debussy nació el 22 de agosto de 1862 en Saint Germain en Laye y murió el 25 de marzo de 1918 en París. Está considerado como uno de los compositores más importantes de la música francesa y el más destacado miembro del impresionismo musical.
Sus innovaciones armónicas tuvieron una profunda influencia en las generaciones de compositores posteriores. En su música para piano y para orquesta muestra una original estética y una ampliación de las posibilidades tímbricas y formales.
El nombre de Lindaraja fue tomado de una de las estancias de la Alhambra de Granada. También es conocida como Mirador de Daxara o Gabinete de las Infantas. Se comunica con otro de los espacios más bellos de los palacios granadinos, la Sala de Dos Hermanas. En aquellas estancias vivió la madre de Boabdil “el Chico”, el último monarca del reino nazarí de Granada. En una de las jambas que dan acceso al gabinete hay escritos unos versos que dicen: “No estoy sola, ha creado tal prodigio mi jardín que otro igual no vieron los ojos, un sueño de cristal que quien lo mira lo cree espantable mar, y le amedrenta”.
Debussy no conocía la Alhambra de Granada. Sin embargo, había visto dibujos y fotografías de sus patios y estancias en alguna de las revistas ilustradas que se publicaban a finales del siglo XIX en Francia. También el compositor había leído los Cuentos de la Alhambra, del escritor estadounidense Washington Irving (1783-1859). Este libro, que recoge leyendas hispanoárabes sobre el “castillo rojo” de Granada, fue uno de los bestsellers del siglo XIX.
La obra fue compuesta en 1901 y es la primera vez que Debussy experimenta con una escena sobre el exotismo de la antigua Al Andalus. Pretende ser una mezcla de ensueños y sensaciones que se producen en un lugar mítico y en un tiempo pasado.
Para darle un “toque hispano”, Debussy utilizó el ritmo de habanera, uno de los esquemas rítmicos que habían fascinado a muchos compositores de la época y que se identificaba con nuestro país, aunque poco tenía que ver con la música andalusí.
Detengámonos un momento en la habanera. Se trata de un tipo de piezas con una estructura rítmica muy característica. Se organizan habitualmente en compases de dos por cuatro y con un tempo lento y pausado.
En el bajo se coloca un ritmo ostinato y de carácter sincopado que suele estar formado por una corchea con puntillo, semicorchea y dos corcheas.
En la melodía suelen alternarse las partes binarias, compuestas por dos corcheas, con las ternarias, formadas por tresillos de corcheas.
El origen de la habanera no está claro aunque, como su nombre indica, tiene indudablemente relación con Cuba y su capital, La Habana. En realidad, el nombre de habanera se utilizó sobre todo fuera de la isla caribeña para designar canciones o piezas instrumentales. En Cuba se llamaban contradanzas o contradanzas habaneras a las composiciones musicales que utilizaban ese ritmo característico. Su influencia fue enorme en el desarrollo de la música latinoamericana, como el tango argentino, y también en las formas cultas de la música europea. En 1875, por ejemplo, el compositor francés Georges Bizet utilizó el aire de habanera en una de las arias más populares de su ópera Carmen. Bizet se “inspiró” en una canción del compositor español Sebastián Yradier titulada El arreglito. Ese mismo compositor realizó también La paloma, una de las canciones más populares en todo el mundo.
Volvamos a Debussy. En los últimos años del sigo XIX y los primeros del XX lo español estaba de moda en París. España era vista como un país exótico con un marcado carácter racial. Bizet, en buena medida, había sido el causante de esa imagen. También los músicos franceses conocían y admiraban las obras de Albéniz y Granados. El compositor Maurice Ravel, que había nacido en el País Vasco francés, sintió una gran admiración por la música y los temas españoles. Compuso en 1895 una obra para piano titulada Habanera.
Debussy se dejó seducir por el exotismo de España y lo plasmó en Lindaraja. Poco tiempo después, en 1903, realizó otra obra con sabor hispano titulada Soirée dans Grenada, la segunda pieza de sus Estampes. Aunque la obra es posterior, se conoció mucho antes puesto que Lindaraja no se publicó hasta 1926.
Lo más característico de esta obra es la utilización de escalas que se alejan de las tradicionales estructuras melódicas en modo mayor o menor y que otorgan a la obra ese carácter andaluz. Debussy utiliza también complejos acordes que no se ajustan a los cánones de la armonía clásica, con el propósito de crear sensaciones y acentuar su exotismo.
Escucha atentamente la habanera de Sebastián de Yradier El arreglito y el fragmento de la ópera de Georges Bizet Carmen y observa su asombroso parecido. http://www.youtube.com/watch?v=E2XyHfi50yE //recursos.march.es/web/musica/jovenes/guiapianodos/mp3/el-arreglito.mp3
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Sebastián de Yradier, El arreglito