Sirve de enlace entre la vieja generación (Barbieri, Arrieta, Gaztambide, Oudrid…) y la nueva (Chueca, Valverde, Chapí, Bretón, Giménez…)
Escribirá más de cien obras, la inmensa mayoría de género chico, sólo ocho son en varios actos.
Referencias: Chateaux Margaux (1887), El dúo de la Africana (1893), El cabo primero (1895), La viejecita (1897), Gigantes y cabezudos (1898), El señor Joaquín (1898).
Audición 1
Manuel Fernández Caballero: «Coro de repatriados» (Gigantes y cabezudos)
Un grupo de repatriados derrotados en la guerra de Cuba de 1898 regresa a Zaragoza. Lamentan el tiempo que estuvieron ausentes cantando un coro de gran carga sentimental especialmente trascendente en la época.
Otros autores relevantes
Tomás Bretón (1850-1923) Nacido en Salamanca. Poco partidario de este tipo de teatro musical. Obra relevante: La verbena de la Paloma (1894).
Ruperto Chapí (1851-1909) Nacido en Villena. Creador junto con otros músicos y libretistas de la Sociedad de Autores. Obras: El tambor de granaderos (1894), Las bravías (1896), La Revoltosa (1897), El puñao de rosas (1902)…
Gerónimo Giménez (1854-1923). Nacido en Sevilla. Un gran representante del género. Obras: El húsar de la guardia (1904), La gatita blanca (1905), El baile de Luis Alonso (1896), La boda de Luis Alonso (1897), La tempranica (1900)…
Tomás López Torregrosa (1868-1913) Alicante. Obras: La banda de trompetas (1896), El pobre Valbuena (1904)…
Quinito Valverde (1875-1915), Manuel Nieto (1844-1915), Apolinar Brull (1845-1905)…
Audición 2
Ruperto Chapí: Dúo de Felipe y Mari Pepa (La Revoltosa)
Momento culminante de la zarzuela en la que los amantes se reprochan los desencuentros anteriores y confiesan su amor.
El compositor de Madrid: Federico Chueca (1846-1908)
El más genuino representante del género chico.
Simpático, con don de gentes, ingenioso, espontáneo, a veces de carácter prevenido pero siempre sencillo y campechano, amigo de la gente honrada y de los hombres de bronce (mendigos, descuideros, golfos y chulos), becerrista, jugador de chapas, pionero bicicletista y automovilista.
Placa conmemorativa en su domicilio madrileño de la calle Alcalá, 82
APUNTES BIOGRÁFICOS
Nace en la Plaza de la Villa, en la Torre de los Lujanes.
Destacó en el Conservatorio y se asomó por la Facultad de Medicina.
Tocaba el piano en el café Trijueque.
Tras un motín estudiantil escribió en la cárcel de El Saladero la tanda de valses Lamentos de un preso.
Diabético, desde el lecho de muerte, en su casa de la calle Alcalá número 82, todavía lanzaba por el balcón una cesta para que los chavales del barrio le compraran pasteles.
RASGOS DE SU OBRA
Entiende el oficio desde la inspiración y buena parte de su obra la realiza en colaboración de otros autores como Joaquín Valverde.
Con Valverde compone La canción de la Lola (1880) arranque oficial del género chico y una obra en la que ya asoma el doble sentido que llevará al género hacía otros formatos más ligeros y «provocadores»:
Tengo un niño chiquitín
que se llama Nicolás,
si le quieres conocer
ven al cuarto y lo verás.
Insiste en algunos modelos formales como la revista, género en el que los números musicales se alternan con el texto hablado sin que exista una relación directa entre unos y otros. La más famosa es La Gran Vía, obra «cómico-lírica-fantástico-callejera», que se llegó a representar en francés, italiano, alemán y quechua.
También hay realizaciones de más peso como la ambiciosa Cádiz con la que Chueca obtuvo especial fama gracias a su «Marcha» incorporada al repertorio de las bandas militares y por la que le concedieron la Cruz del Mérito Militar.
Interesado por el folclore urbano, vivirá en contacto con el pueblo escribiendo para la gente y su diversión.
Es fácil conocer el Madrid de la época a través de la obra de Chueca: ¡A los toros!, Los barrios bajos, La plaza de Antón Martín, La Gran Vía, El año pasado por agua, Agua, azucarillos y aguardiente, El chaleco blanco, El tendero de comestibles, El coche correo, El bateo, El dos de mayo…
Audición 3
Federico Chueca: Jota de los ratas (La Gran Vía)
Jota cantada por tres ratas (carteristas), personajes característicos en las calles de Madrid en 1886, donde cuentan las peculiaridades de su «trabajo».
EL LENGUAJE DE CHUECA
Escribía chuscadas:
Su abuelo fue polvorista
su padre lo fue también
y un chiquillo que tuvieron…
también se llamó José.
Hablaba en camelo:
Der plebeyo de cabéstribus
se hizo una levita un Gatica
y el pícaro se reía
al verse tan curritaquibu.
Y fomentó el «chuequismo»:
Yo me marcho, yo me marcho para Asturias
y en seguida, en seguida tomo el tren
porque tengo que matar un oso grande
de seis metros de estatura puesto en pie.