Sin duda alguna, el extenso legado musical de Johann Sebastian Bach (1685-1750) no solo es la cumbre de la música barroca, sino uno de los más valiosos de la música universal. Su obra sintetiza toda la tradición europea anterior y establece las bases de la música del futuro. Del mismo modo, su nombre está inequívocamente relacionado con la palabra contrapunto, con las técnicas polifónicas.
En su obra didáctica para teclado El arte de la fuga, publicada en 1751 aunque supervisada parcialmente por Bach antes de su muerte, expone una gran variedad de recursos contrapuntísticos: inversión, stretto, aumentación, disminución, canon, doble fuga, triple fuga y cuádruple fuga.
En su amplio catálogo encontramos sonatas y suites para instrumentos solistas, especialmente órgano y clavecín, laúd, cello, flauta o violín. De entre la producción para este último instrumento, ninguna otra pieza muestra la habilidad de Bach para construir contrapuntos polifónicos con un instrumento eminentemente monódico como lo hace la «Fuga» de la Sonata nº 1, que podremos disfrutar en el concierto. Esta fuga es el segundo movimiento de la sonata, que consta de cuatro en total (I Adagio, II Fuga, III Siciliano y IV Presto).
El propio Bach realizó sendas transcripciones de esta fuga, una para órgano (en el Preludio y Fuga BWV 539) y otra para laúd (Fuga BWV 1000).
Esta «Chacona» está considerada una de las cimas del repertorio para violín solo por su amplitud y complejidad técnica. Según la musicóloga alemana Helga Thoene, la pieza se trataría en realidad de un Tombeau, una pieza fúnebre añadida a la Partita nº 2, ya existente, tras la muerte en 1720 de la esposa de Bach, Maria Barbara. Siguiendo la misma teoría, la pieza contendría multitud de mensajes crípticos para la fallecida, como referencias a corales luteranos y claves numerológicas.
Así acompañó Brahms su transcripción pianística para mano izquierda de la obra (escrita para Clara Schumann, en un periodo en el que ésta tenía una lesión en la mano derecha):
La chacona BWV 1004 es en mi opinión una de las más maravillosas y misteriosas obras de la historia de la música. Adaptando la técnica a un pequeño instrumento, un hombre describe un completo mundo con los pensamientos más profundos y los sentimientos más poderosos. Si yo pudiese imaginarme a mí mismo escribiendo, o incluso concibiendo tal obra, estoy seguro de que la excitación extrema y la tensión emocional me volverían loco.
La chacona es, genéricamente, una forma de variación continua del barroco, semejante a la passacaglia, basada en la progresión armónica de una danza de finales del siglo XVI importada en España e Italia desde Latinoamérica.
Características generales de la danza:
- Compás ternario
- Modo mayor
- Serie de acordes (I – V – IV – V)
- Ostinato melódico / armónico
- Línea de bajo estereotipada:
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Busoni tocó la pieza concertística de C. M. von Weber, las Harmonies d'un soir de Liszt, dos preludios de Bach, la Gran Polonesa de Chopin y de propina un Paganini-Liszt. […] Somos una orquesta de más de sesenta músicos y no logramos hacer lo que él hace con diez dedos.
PAUL KLEE, Diarios
La «Chacona» de Bach está constituida por veintinueve variaciones (de las cuales escucharemos cinco en el recital) articuladas sobre un bajo de cuatro compases del que surge toda la pieza.
Ferruccio Busoni (1866-1924) fue uno de los redescubridores de Bach para la música del siglo XX, desde un avanzado Neoclasicismo, extrayendo las enormes posibilidades del genio alemán en pos de la renovación de su propio lenguaje compositivo e interpretativo. Una muestra clara de ello es la transcripción libre sobre la «Chacona» que escucharemos en el concierto.