Como hemos visto, tanto violín como piano son instrumentos de cuerda (cordófonos), aunque de características muy diferentes entre sí. Podríamos resumir algunas de ellas de este modo:
El dúo, como agrupación de dos instrumentos, es el más elemental de los conjuntos de música de cámara. De entre ellos los más habituales son los dúos con piano, al que puede unirse prácticamente cualquier instrumento, aunque desde el clasicismo el dúo de violín y piano ha estado entre las preferencias de compositores y aficionados.
Los primeros ejemplos destacables son las 36 Sonatas para violín y piano de Mozart, cuyas obras de madurez (de la nº 17 a la nº 36) fueron las primeras en establecer las normas definitivas de la sonata moderna para dúo de violín y piano, además de conseguir el equilibrio y verdadero diálogo entre los dos instrumentos. A las de Mozart, siguieron las diez sonatas escritas por Beethoven, entre las que se encuentra la más conocida, la nº 9 Op. 47 «Kreutzer».
En el siglo XIX encontramos partituras para este conjunto de compositores como Schubert, Schumann o Brahms, cuyas tres sonatas representan una referencia fundamental del repertorio camerístico, tanto por su madurez musical como por el desarrollo técnico del violín. Desde el siglo XX a nuestros días es interminable la lista de compositores que han escrito obras para dúo de violín y piano, aunque quizá podemos destacar algunos autores como Poulenc, Prokofiev, Debussy o Shostakovich.