El estadounidense George Crumb desarrolló innovadoras técnicas de interpretación extendidas, algunas de las cuales han adquirido una notoriedad considerable como: el uso de un cincel para deslizarse a lo largo de una cuerda del piano, que los músicos toquen con dedales en sus dedos, que un flautista toque y cante a la vez… son efectos sutiles y delicados que a menudo necesitan de la amplificación electrónica del sonido para apreciarse.
Otra característica habitual en Crumb es su amor de la cita musical por lo que a menudo parafrasea melodías o títulos de obras de otros autores en las que se basa. En los últimos años también ha acudido a las raíces del folclore americano recuperando 52 canciones tradicionales agrupadas en Seis Cancioneros Americanos. Los himnos originales, los espirituales, las canciones de la guerra civil y las canciones populares se presentan prácticamente inalterados. Pero los acompañamientos instrumentales son totalmente rompedores.
La mayoría de las partituras de Crumb publicadas son facsímiles de sus manuscritos, que se distinguen por una claridad asombrosa, gran precisión y elegancia. Para representar el significado de una obra emplea representaciones gráfico-musicales muy imaginativas.
El amor a la cita musical de Crumb le lleva a recoger el testigo de la anterior partitura de Debussy, Golliwogg’s cake-walk, en la colección Pequeña música para la media noche (que recuerda vivamente al título empleado por Mozart en su Pequeña música nocturna). El estilo sincopado del cake-walk es llevado al extremo por Crumb, que hace un uso del piano a modo de instrumento de percusión, donde se reconocen los giros melódicos y rítmicos del original pero con un tratamiento del sonido bien distinto. Deja algunos armónicos sostenidos en el tiempo a modo de eco mientras acentúa con fuerza diferentes partes del compás que no permiten distinguir un pulso concreto, descomponiendo el compás y con ello el transcurrir del tiempo.
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