Ejemplo 5:

Aureana do Sil

Texto: Ramón Cabanillas
Música: Federico Mompou

La música de Aureana do Sil (1951)

La mejor palabra es la palabra no dicha; como todos sabéis, soy un hombre de pocas palabras y un músico de pocas notas.

Federico Mompou
(Palabras de Federico
Mompou, en la foto)

  • Aureana5 do Sil
    • As areas de ouro aureana do Sil
      son as bagoas acedas que me fas chorar ti
      Si queres ouro fino aureana do Sil
      abre o meu corazon tés de atopalo ali.

      Co que collas no rio aureana do Sil
      mercaras cando moito un amor infeliz
      Para dar c' un cariño verdadeiro has de vir
      enxoitar os meus ollos aureana do Sil.

La música de Federico Mompou es ante todo intimidad y delicadeza. Su lenguaje está influenciado por el impresionismo francés y también por el folclore de su tierra catalana; pero sobre todo por sus sentimientos personales, que expresa a través de páginas breves, casi miniaturas, que tienen como protagonista al piano.

Aunque no es un compositor romántico, esta línea intimista y nacionalista le vincula a aquel movimiento, si bien su lenguaje armónico es más evolucionado, siempre dentro de la tonalidad, pero con acordes más osados en los que la disonancia clásica ya no es tal y los comportamientos de las funciones armónicas son mucho más abiertos.

5 Las aureanas son buscadoras de oro de la zona alta del Bierzo, en los ríos gallegos y leoneses. También se les conoce como lavadoras o bateadoras, pero ellas se denominan a sí mismas «oreanas». Aunque de forma anecdótica es posible encontrarlas hoy en día, la época de esplendor de esta actividad se sitúa en el primer tercio del siglo XIX, cuando la producción anual en el valle del Sil llegaba a los siete kilos de oro.

Una vez más, para poner música a este poema, se elige ritmo ternario, como de barcarola, y un tempo tranquilo, que le va muy bien para evocar la corriente del río y el balanceo de los platos de las buscadoras de oro. Es un tema bucólico y, a la vez, un canto de amor.

La estructura se corresponde con las dos estrofas del poema. Comienza con una introducción del piano que presenta acordes muy coloridos, modernos en su estética clásica, con séptimas y novenas que traslucen otros mundos contemporáneos, como el del jazz. Las armonías etéreas que se amplían sin resolver dan pie a la entrada de la voz. La melodía vocal dibuja un arco descendente desde el inicio de la estrofa hasta el final, con dos semifrases por verso; se trata de una melodía romántica y dramática, con notas largas y sentidas. Mientras, el acompañamiento del piano consiste en un tratamiento rítmico bastante silábico y de transparente sencillez, y la estrofa concluye en una cadencia arcaizante sin sensible, modal.

La segunda parte llega de la mano de un interludio del piano que recoge parte de la introducción inicial y de la melodía vocal, siendo la segunda estrofa igual que la primera.

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