Artista sonoro afincado en Barcelona. Estudió escultura y multimedia en la Escuela de Bellas Artes de París. Activo en la improvisación y la composición, con una larga trayectoria internacional, ha desarrollado una actividad múltiple que abarca desde el sonido, la poesía sonora y visual a las artes visuales.
Sus obras, de carácter low-fi, están hechas a partir de procesos inestables, constricciones conceptuales o sistemas formales de una sencillez extrema y a veces desconcertante. En poesía sonora, trabaja la musicalidad del lenguaje, con poemas generalmente ruidosos y multilingües (portugués, español, francés, catalán e inglés). Ha colaborado con numerosos músicos, coreógrafos, videoartistas, cineastas y ha realizado giras por toda Europa, Canadá y Japón. Tiene una discografía extensa en sellos europeos, estadounidenses y japoneses en solitario y con diferentes formaciones.
Nunca he estado muy cómodo con las definiciones, aunque las utilice por cuestiones prácticas. Las definiciones suelen crear géneros, arquetipos y expectativas. Por eso no me gustaría añadir otra más a algo tan amplio (a todo lo que tiene que ver con el sonido y la escucha).
Catalogar es el trabajo de la crítica, pero acaba por encasillar y crear subordinación. Es difícil escapar a su influencia. En muchos casos, creo que perjudica la percepción porque la fragmenta; nombrar ya es descartar.
Para mí, el arte es un solo flujo con una multiplicidad de direcciones; nunca he tenido la necesidad de escenificar el sonido para sellarlo como «arte sonoro» y, por consiguiente, darle otro estatuto que el de materia intangible.
Una influencia enorme. Es lo que queda, hoy, de una práctica más compleja que empecé a desarrollar cuando salí de Bellas Artes. El sonido ha estado presente en casi todas mis obras conjuntamente y al mismo nivel que otros medios, como la fotografía, la luz, la escultura, el texto o el vídeo.
Mi trabajo, inmerso en un proceso de depuración, ha ido despojándose cada vez más de su parte objetual, orientándose hacia la inmaterialidad.
Es siempre difícil definirse en una sola palabra: no me considero solo uno, y hay en mi trabajo muchas entidades, muchos deseos, muchas actitudes. Por eso me tomo la libertad de poder elegir la forma más adecuada para lo que pretendo hacer. Al trabajar principalmente con sonido, con texto y casi siempre en directo, creo que podría encajar en todas las categorías mencionadas, aunque no me preocupe para nada saber dónde estoy.
De los géneros mencionados, he trabajado en todos, o solo o en colaboración, excepto para la radio. De hecho, acabo de recibir mi primer encargo para una pieza radiofónica que se emitirá en Francia el año que viene.
Para mí, la simplicidad elevada a una condición ética ha sido siempre un reto. Mi trabajo responde a un principio de parsimonia; es simple por sus formas mínimas, su falta de adorno, pero también por sus restricciones conceptuales. De ahí su aspecto artesanal, el uso de materiales no nobles y la baja tecnología, que se cruzan con la filosofía del «hazlo tú mismo».
He estado siempre bastante fuera del mercado del arte, he expuesto muy poco, y las obras expuestas no han sido específicamente catalogadas como arte sonoro; quizás porque, hasta hace poco, el sonido en el arte no era tan común.
Por lo general, son obras difíciles de comprar porque son difíciles de exponer. Creo que son más valoradas por las instituciones.
Se exhibe cada vez más en exposiciones de «arte sonoro» y creo que no solo debería ser así.
Ninguna. A menos que haya confundido el hecho de ser artista con el de ser técnico o científico. La tecnología está demasiado presente. En general, no me interesa el arte tecnológico si no conlleva un contenido que transcienda o justifique el uso de esa tecnología.
Creo que el artista no debe demostrar nada y menos una habilidad técnica; lo que espero de la obra es que emita una emoción, que cuestione mi percepción y mi relación con el mundo; y si las altera, mejor.
Los que no han hecho concesiones ni con el público, ni con la crítica y menos con el mercado. Los que han hecho que el arte siga siendo ese deseo inabarcable que nos fascina, nos sacude y nos transforma.