Nunca he estado muy cómodo con las definiciones, aunque las utilice por cuestiones prácticas. Las definiciones suelen crear géneros, arquetipos y expectativas. Por eso no me gustaría añadir otra más a algo tan amplio (a todo lo que tiene que ver con el sonido y la escucha).
Catalogar es el trabajo de la crítica, pero acaba por encasillar y crear subordinación. Es difícil escapar a su influencia. En muchos casos, creo que perjudica la percepción porque la fragmenta; nombrar ya es descartar.
Para mí, el arte es un solo flujo con una multiplicidad de direcciones; nunca he tenido la necesidad de escenificar el sonido para sellarlo como «arte sonoro» y, por consiguiente, darle otro estatuto que el de materia intangible.
El arte sonoro se presenta como un territorio difuso e inestable, resultado del choque y la interacción entre distintas fuerzas en conflicto, así como de la decantación de procesos de largo recorrido. Entre ellos señalaré brevemente:
Es cualquier actividad artística que manifiesta una sensibilidad por el sonido y que va más allá de una estructura específicamente musical; en ella se sintonizan sus vibraciones sociales, espaciales, públicas y relacionales.
Para mí el arte sonoro abarca todo lo que se escucha, pero también todo lo que se ve. Esté organizado y estructurado por el ser humano o no.
Para mí, el arte sonoro es otra materia que está incluida en la plástica.
Un elemento necesario en algunas de mis obras. Quiero decir, en aquellas en las que lo incluyo y lo trabajo como tal conscientemente. En otras, el sonido surge inevitablemente al margen de mi voluntad, se produce o no, es completamente aleatorio.
Uno de los muchos territorios que se han abierto al arte contemporáneo una vez transgredidos los géneros tradicionales.
Un conjunto de prácticas creativas que emplean el sonido y su percepción (o su ausencia) como elemento fundamental de trabajo. Pueden ser de diferente índole, en algunos casos tienen características musicales o próximas a lo musical o poético (poesía sonora y fonética), y a menudo forman parte de obras complejas en las que lo visual también interviene.
Probablemente un término que trata de delinear un territorio estético y sociopolítico no reconocido ni por la música ni por el arte objetual/plástico.
Todo aquello que se ha concebido para ser atendido por la mente, con recursos que implican tanto el sonido como su sugerencia sensitiva, y que pueden ser ajenos al sonido mismo (provoca sonido «interno» o quizás una atención sonora, etc.). El arte sonoro es escucha, presencia, intención.
El arte sonoro es un territorio de libertad artística creado en torno a la interpretación del sonido como materia expresiva. La consolidación específica del término se produce a partir de los años setenta del siglo XX en un ámbito interdisciplinar, plurifocal y libre de barreras, cuyas características las marcan la experimentación, la creación y la investigación teórico-práctica en torno al sonido como comportamiento artístico, expresión plástica y referente conceptual.
Personalmente estoy poco interesado en la clasificación de los géneros artísticos, pues pienso que el creador debe hacer sus obras utilizando todos los conocimientos que tiene acumulados, independientemente del género al que pertenezcan.
En mi opinión, serían obras de arte sonoro aquellas obras plásticas que incorporan el sonido de una manera esencial, o aquellas que contienen únicamente sonidos, pero que encuentran en las artes plásticas su contexto óptimo para ser comunicadas al público mediante una exposición.
Obras artísticas en las que el medio principal es el sonido.
Una aproximación a la producción de sentido en la que se emplean instrumentos y procesos que no son las vías principales de constitución del objeto artístico-visual por excelencia. Mi práctica estética ha sido principalmente visual, aunque lo sonoro ha estado presente siempre… desde la onomatopeya escrita que invita a transformar la escritura en sonido hasta la cinta de audio que se convierte en dibujo. Procesos sinestésicos, en apariencia, que devienen intentos de aproximación a través de esfuerzos de transcodificación. El arte sonoro es un eslabón esencial en estos procesos, y fundamental en la comprensión, su intento, del acontecimiento estético.
Son obras de arte que tienen la peculiaridad de ser percibidas por el oído y no necesariamente por algún otro sentido.
Es estar en el espacio con el tiempo. El estar simple lo es en dos modalidades susceptibles de ser identificadas con las dos dimensiones abstractas fundamentales que reconocemos con las palabras «espacio» y «tiempo». La canción de cuna pretende reintroducir en la dimensión espacial del simple estar infantil las señales temporales que provienen de la voz y de los movimientos rítmicos del balanceo. Entonces se conjugan espacio y tiempo, y una percepción de estar en un espacio con el tiempo. Así se alcanza un alivio psicológico, una suerte de embriaguez.
El arte con frecuencia, a semejanza de una canción de cuna o un balanceo tranquilizador, unifica y suelda ambos términos. El tiempo también pasa en obras de arte estáticas y mudas: una rítmica vitalidad, un adherido tic-tac virtual queda prendido en ellas.
Procuro emplear siempre el término creación sonora en lugar de arte sonoro, lo encuentro mucho más amplio e integrador. La creación sonora abarca todo un cuerpo de prácticas muy diversas que abordan su relación con el tiempo y el espacio a través del material sonoro o a la inversa que abordan su relación con el material sonoro a través del tiempo y del espacio. Además creo que la creación sonora introduce una componente muy fuerte en lo que se refiere a la interacción con los sujetos que la perciben. En ese sentido, considero que la creación sonora es una disciplina que se vincula con mucha flexibilidad, ofreciendo múltiples opciones, al espacio social y a los procesos y prácticas que tienen lugar en él. Eso le permite salir con facilidad de los espacios expositivos; fuera de ellos es una voz más y como tal se deja escuchar de muchas formas, con diferentes grados de atención y siempre vinculada a una multiplicidad de acciones y eventos transitorios con los que dialoga al mismo tiempo que lo hace con estructuras y espacios más estables.
Es un medio artístico con una identidad propia, nutrido de artistas y prácticas artísticas con diferentes influencias, con orígenes y objetivos eclécticos, pero todos ellos determinados por el uso del sonido como elemento creacional y transgresor de la clásica acepción del uso del sonido organizado en el tiempo, es decir, la música en la mayoría de sus acepciones. El arte sonoro fija su atención particularmente en otras características expresivas del sonido, como son su relación con el espacio en el que se difunde, su materialidad o fisicidad, la relación con la imagen y la forma, etc., en un sentido expandido con respecto a la música.
Una etiqueta.
A diferencia de las artes visuales, el arte sonoro se realiza para ser percibido casi exclusivamente por el oído, ya sean sonidos producidos por cualquier instrumento, herramienta… o la propia voz humana.
Aunque, como anunciaba Raoul Hausmann en sus obras (carteles tipográficos), se debería «oír» a través de los ojos y «ver» a través de los oídos.
Su propio nombre indica el objeto central de esta forma de arte que quiere mantener abierto el campo que delimita. El concepto de «lo sonoro» incluye, desde luego, al sonido en sí, pero puede adoptar otras perspectivas de lo audible en las que el sonido se convierte más en un medio que en un fin. En contraste con la música, además, parece dar prioridad a formas de organización basadas en el espacio más que en el tiempo: el sonido como creador de espacios, de formas en el espacio, el sonido como objeto plástico. Y de ahí, tal vez, otra característica importante: su vocación de transversalidad a través de los diferentes canales de la percepción; en busca de una concepción/percepción holística del objeto artístico.
Lo que me atrae del arte sonoro es la posibilidad de centrarme en el sonido, así como la búsqueda de otras perspectivas, de nuevas formas de organización, del concepto de obra y su presentación, de la interrelación con el espacio y la luz.
Para Sensorimétrica el arte sonoro es una manifestación artística que utiliza el sonido como vehículo de expresión. Más allá de esa obviedad, entendemos el arte sonoro desde la práctica y como un cruce de confluencias. Sonidos, voces y todo lo que pueda incluirse en o conectarse con la auralidad. Sonidos escuchados o imaginados por todos, o sonidos fundidos con otras percepciones sensoriales.