Un conjunto de prácticas creativas que emplean el sonido y su percepción (o su ausencia) como elemento fundamental de trabajo. Pueden ser de diferente índole, en algunos casos tienen características musicales o próximas a lo musical o poético (poesía sonora y fonética), y a menudo forman parte de obras complejas en las que lo visual también interviene.
Desde que comencé, ha sido una parte muy relevante de mi trabajo, tanto en obras estrictamente sonoras como en aquellas en las que la creación sonora participaba de otras prácticas (vídeo, instalaciones, acciones).
Con la de artista simplemente, sin categorizarlo más.
En radio, vídeo, instalación, acciones, y en obras con un carácter exclusivamente sonoro, como en la música experimental o el paisaje sonoro.
He empleado, según la ocasión, grabadoras de cinta para montaje, técnicas de música concreta, equipamiento electrónico, sintetizador, theremín, grabadoras digitales para sonidos reales y software.
Sí, obras sonoras en casete y en disco.
Los coleccionistas generalistas de arte no las valoran, y los especializados las valoran más que las instituciones.
Son obras que se producen y se exhiben en circuitos específicos, que se han establecido gracias a los propios creadores o instituciones sensibles que las han integrado en su programaciones, iniciativas, muestras o eventos puntuales.
Puede ser perfectamente autodidacta y marcarse su propio camino adquiriendo la formación que considere precisa.
Dependiendo del tipo de obra que se realice, puede ser necesario un conocimiento sólido de la música o de las artes visuales, además de una base cultural amplia que abarque la historia de las prácticas sonoras.
John Cage, Juan-Eduardo Cirlot, Gabriel Corchero, Luis de Pablo, Marcelo Expósito, Faust, Pedro Garhel, Esplendor Geométrico, Javier Hernando, José Iges, Concha Jerez, Arturo Lanz, Francisco López, Javier Maderuelo, Simón Marchán, Andrés Noarbe, Andrei Tarkovski, Günther Uecker, Zaj y otros muchos.