Por lo general, son obras difíciles de comprar porque son difíciles de exponer. Creo que son más valoradas por las instituciones.
El arte sonoro ocupa un lugar marginal en el mercado del arte. A pesar del creciente interés de instituciones y museos, como lo señala el hecho, por ejemplo, de que Susan Philipsz ganara el premio Turner en 2010, el arte sonoro sigue encontrándose apartado de los flujos del coleccionismo de arte. Su reproductibilidad e inmaterialidad, por un lado, y la rotunda materialidad del site specific, por otro, chocan con un sistema del arte definido todavía a partir del objeto.
Creo que el arte sonoro se ha puesto de moda…
Las instituciones
Considero que la obra ha de valorarse en sí misma. Requiere un público formado.
La verdad es que no lo sé, he expuesto poco en galerías, pero me da la impresión de que la institución se interesa más que los coleccionistas. Aunque quizás debiera escribirlo en pasado, pues es cierto que este tipo de arte cada vez está más presente en el mercado.
Según mi experiencia, las instituciones están más abiertas a este tipo de arte.
Los coleccionistas generalistas de arte no las valoran, y los especializados las valoran más que las instituciones.
Ni idea.
Depende del caso, la diversidad de la realidad supera cualquier promedio estadístico.
Es difícil tener una imagen nítida porque son vías a veces complementarias. Considero que institucionalmente, en los últimos años, se ha producido una eclosión y visualización del «arte sonoro» que ha contribuido a revindicar este concepto como un hecho consumado y propio de nuestro tiempo. Las generaciones más jóvenes asumen el término con total naturalidad y lo sienten como propio. De un modo paralelo, encontramos la labor del coleccionista que se interesa por el concepto y las obras que surgen en torno suyo.
Igual. Yo creo y espero que cada obra se valore por su calidad artística y no por su etiqueta de género.
Existe un gran desconocimiento y confusión sobre este arte tanto en el ámbito público como privado.
Las valoran más las instituciones. Pero también los coleccionistas.
Posiblemente las valoran más las instituciones.
Las instituciones.
En los últimos años se está produciendo un interés por la creación sonora en las instituciones, creo que más por una moda que por una verdadera valoración a la que deberían acompañar otros aspectos como los apoyos a la producción de obras, la promoción de artistas jóvenes o la producción de pensamiento crítico. No obstante, lo cierto es que de unos años a esta parte presenciamos múltiples actos, exposiciones, conciertos y eventos de diversa índole en las instituciones públicas y privadas. Esto tiene por supuesto su parte buena, con ello se hace este campo más cercano al público y con ello se genera un interés que puede desembocar en otros proyectos futuros cada vez más asentados en el panorama artístico actual que promocionen la investigación en todos sus ámbitos desde la creación artística a la producción académica pasando por la mediación y otros proyectos de corte más sociológico por ejemplo.
Fundamentalmente son las instituciones las que en general producen o comisarían eventos de este tipo. Por desgracia, es muy escaso el interés de los coleccionistas.
Sinceramente, lo desconozco.
Las instituciones, ya sean centros de arte, museos o universidades.
No tengo una opinión sobre el asunto.
En España, las obras de arte sonoro son valoradas casi exclusivamente por la comunidad sonora. Hay pocos espacios para su difusión, tanto físicos (museos) como de otra naturaleza (radio pública). En las instituciones españolas, no existe una cultura de la expresión sonora, falta la preservación de la memoria, del archivo y, partiendo de ahí, de todo lo que suene o resuene. Esto da cuenta de un retraso histórico que aún debe compensarse.